El Cónclave
Emilio Martínez
Cardona*
La grey unida,
expectante, en la plaza de San Pedro, mientras adentro sesiona el Colegio
Cardenalicio en su Cónclave (del latín cum
clavis, “bajo llave”), hasta que aparezca el humo blanco anunciando el
inminente habemus papam…
A escala, algunos de
estos elementos podrían repetirse el día de hoy en Cañada Strongest #70, donde
el Comité Pro Santa Cruz recibe a 5 candidatos y/o precandidatos a la
presidencia de la república (Jeanine
Añez, Luis Fernando Camacho, Carlos Mesa, Tuto Quiroga y Chi Hyun Chung) y a
tres vicepresidenciables (Marco Pumari, Samuel Doria Medina y Gustavo Pedraza).
Será un fin de semana
crítico para tratar de reordenar parcialmente el tablero y reducir la
dispersión, recordando que hay un enemigo común: el autoritario Movimiento Al
Socialismo del ex mandatario Evo Morales, que aparecía con una intención de
voto del 25% aún antes de oficializar su binomio y que, merced al voto oculto,
podría fácilmente estar acercándose al 30% en las elecciones del 3 de mayo.
Volviendo a la
metáfora inicial, el trabajo es verdaderamente pontificio, en el sentido
etimológico de la “construcción de puentes” entre los diversos actores. El
Comité tiene la oportunidad de darle forma al espacio político de las fuerzas democráticas.
Lo cierto es que el
peso específico de Santa Cruz ha traído el centro de gravedad política nacional
a este escenario de concertación donde, con un poco de buena fe e ingenio,
podría avanzarse en fórmulas win-win (ganar-ganar), como la que ya ha esbozado
el ingeniero Edgar Villegas y que más abajo comentaremos.
División estratégica del trabajo político
No se trata del
utópico y eventualmente contraproducente “frente único”, sino de pasar de la
mega-dispersión caótica a una división estratégica del trabajo político.
Si se tiene en
cuenta que el riesgo respecto al MAS no es tanto el de un regreso al Palacio,
peligro que se filtraría con la segunda vuelta, sino el de una ingobernabilidad
parlamentaria, dado que el ex oficialismo podría aspirar a tener la mayoría en
una o ambas cámaras, queda claro que la tarea pendiente es una reducción de
bloques para mitigar la dispersión y la búsqueda de mecanismos de
complementariedad territorial entre las pocas fuerzas que queden en carrera.
La cuestión de la
gobernabilidad parlamentaria adquiere además otra intensidad con los tanteos de
Evo Morales para acceder al Senado, donde, de contar con mayoría, podría
hacerse de la presidencia camaral y ponerse en la línea de sucesión
constitucional. Ése sería el preámbulo seguro a un esfuerzo de
desestabilización social e institucional.
No más de 2 bloques
democráticos principales y otras 2 candidaturas pequeñas independientes con
funciones específicas, podrían ser parte del diseño electoral deseable.
Los 2 bloques
principales tendrían que pactar cierta especialización en los electorados a
captar por cada uno, teniendo en cuenta dicotomías como renovación-experiencia,
oriente-occidente, progresismo-conservadurismo, federalismo-unitarismo,
etcétera.
Mientras que las 2
fuerzas menores deberían apuntar a captar segmentos de la votación del
Movimiento Al Socialismo. Hablamos de las candidaturas de Chi Hyun Chung, quien
ya en octubre del año pasado le quitó una votación relevante al partido de
gobierno en provincias del occidente, y que ya ha dado señales de apuntar al
voto alteño y de zonas populosas de Santa Cruz de la Sierra, como el Plan
3.000; y a Félix Patzi, que puede encabezar un indigenismo ya no ligado al
narcotráfico ni al socialismo, como fuera el del MAS.
Acuerdos de complementariedad territorial
Esa división
estratégica del trabajo político puede complementarse en un acuerdo integral
con lo que llamaríamos la “Tesis Villegas”, que consiste en el retiro o
desactivación posterior (más cerca de las elecciones) de terceros candidatos
uninominales, en aquellas circunscripciones donde el masismo tenga alta chance
de ganar. Esto, en el marco de una reciprocidad en otros territorios, en un
equilibrio que sería ganancioso para todos los partidos.
En el fondo, se
trata de un reaprendizaje de la cultura democrática del pluralismo, procurando
superar la cultura tóxica de la polarización automática y de los sectarismos, heredada
de los 14 años del régimen.
Pasar de la
mega-dispersión caótica a un pluralismo moderado, con acuerdos funcionales y
pragmáticos, ya sería un “humo blanco” posible para estas jornadas.
*Escritor
y periodista