Lecciones de las PASO sobre el pospopulismo
Emilio Martínez Cardona
Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO)
en Argentina del domingo pasado arrojaron un resultado preocupante: el binomio
kirchnerista alcanzó un 47,66% de los votos, frente al 32,09% para el macrismo.
Por supuesto que las PASO no pasan de ser una
superencuesta y hay que agradecer que existan, para tener la oportunidad de
instrumentar medidas correctivas hasta las elecciones del 27 de octubre.
Sin embargo, la amplitud de la ventaja en favor de la
fórmula Fernández-Fernández parece difícilmente remontable, por más que
Mauricio Macri pueda acortarla en los próximos meses.
El fenómeno tendrá que ser tomado como una lección para
otros países que se plantean la posibilidad de salir del populismo. La pregunta
clave es: ¿qué debe venir después, para evitar un pronto retorno de los
cleptócratas al poder?
El análisis de la gestión gubernamental de Macri
evidencia dos flancos donde se falló, con el común denominador de la tibieza.
Uno fue el de la lucha contra la corrupción, donde si
bien la justicia procesó a varios colaboradores de Cristina Fernández de
Kirchner y su red de crimen organizado, los mismos operadores del macrismo en
los tribunales de Comodoro Py se encargaron de retrasar el juicio contra la ex
presidenta, bajo la presunción de que si “el monstruo” concurría a las
elecciones de este año habría una polarización favorable a Macri por la vía del
voto útil. Craso error.
El otro campo donde primó la tibieza fue el del manejo
económico, bajo la premisa de un excesivo gradualismo. La experiencia histórica
indica que, cuando hay que “ordenar la casa”, las reformas deben hacerse
enérgicamente al inicio de la gestión, para dar tiempo a la recuperación
posterior.
El gobierno de Macri esquivó la reforma del deficitario
Estado K, desoyendo a los más prestigiosos economistas liberales de Argentina,
quienes le habían propuesto una hoja de ruta para realizar los cambios sin
afectar los subsidios a los más pobres. Y recién ahora, después del golpe
recibido el domingo, dispuso rebajas impositivas para las pymes, pero
acompañadas de un aumento salarial que puede acelerar la espiral inflacionaria.
Extrapolando esta experiencia a Bolivia cabe preguntarse:
¿alguien que ha intercambiado amnistías con Evo Morales en el 2003 y 2018 será
el indicado para afrontar la lucha contra la corrupción? ¿Alguien que, además,
no transparenta sus cuentas y sobre quien pesan sospechas sobre una presunta
participación en el caso Odebrecht?
¿Y la lucha contra el narcotráfico (parte fundamental del
combate a la corrupción) podrá hacerse prescindiendo de la DEA, como parece
haber sugerido el ex presidente Mesa?
En materia económica, está claro que mantener la multitud
de empresas estatales deficitarias, como propone el candidato de marras,
significará la perpetuación y posiblemente el agravamiento del desbalance
fiscal, que ya llega al 8% del PIB.
La economía boliviana necesita un giro hacia la libertad,
empezando por el levantamiento integral de los cupos y prohibiciones de
exportación para desatarle las manos al agro cruceño, único motor posible para
evitar la desaceleración en los próximos años.
En suma, la experiencia argentina nos enseña de manera
tajante que el populismo no puede ser sustituido por “cualquiera”, a menos que
estemos dispuestos a aceptar su rápido y fortalecido regreso.