Parlamento sin hegemonía
Emilio Martínez Cardona
Al margen del resultado que pueda tener la elección
presidencial en octubre, todo parece apuntar al fin de la hegemonía azul en el
Parlamento, donde es casi segura la pérdida de los 2/3 del Movimiento Al Socialismo
y bastante probable una mayoría de otro color político en el Senado.
Esto se desprende de la intención de voto del
oficialismo, muy por debajo de la que obtuvo en los comicios del 2005, donde se
dibujó una estructura en el Legislativo como la que indicamos.
Las consecuencias positivas van desde la recuperación del
Parlamento como espacio de concertación, en sustitución del rodillo actual,
hasta el fortalecimiento del rol fiscalizador.
Otro dato a tener en cuenta es que muy posiblemente
tengamos un Congreso tripartito, visto el proceso de consolidación de dos
bloques opositores que se vive por estos días (a menos que Carlos Mesa concrete
su siempre esperable renuncia y viabilice un cauce unitario más amplio).
En todo caso, con las tendencias vigentes a la fecha es
previsible un escenario multipartidista en el Legislativo. Esto abre
interrogantes sobre la capacidad de construcción de consensos y por ende de
gobernabilidad por los distintos candidatos.
Evo Morales ha demostrado su incompatibilidad con las
negociaciones democráticas, su propensión al dictado autoritario y su escasa
confiabilidad como suscriptor de acuerdos.
Los antecedentes de Mesa no son mucho mejores: durante su
fallido gobierno se enfrentó sistemáticamente al Congreso, del que dice en su
libro “Presidencia sitiada” que “merecía ser cerrado”. Según testimonio del ex
embajador David Grenlee, el ministro de la presidencia de la administración
mesista le consultó cuál sería la posición de Estados Unidos en caso de una
disolución del Parlamento, obteniendo como respuesta que Bolivia dejaría de ser
considerada una democracia. La reacción tajante del diplomático, que advertía
con un cuadro de aislamiento internacional, puede haber sido el factor disuasor
para el proyecto de fujimorazo.
Queda entonces como mejor carta para el diálogo desde el
Ejecutivo con un Congreso multipartidista Oscar Ortiz, con larga experiencia en
la concertación parlamentaria.
Las probabilidades de llegar a una segunda vuelta, donde
el oficialismo sería vencido por una coalición opositora, parecen ser de
moderadas a altas. Pero aún en caso de que se concretara la reelección
inconstitucional, un Parlamento sin hegemonía se convertiría en una importante
atalaya para continuar la lucha democrática. Algo así como la Asamblea Nacional
venezolana, salvando las distancias.
Para fortalecer esta perspectiva hay que trabajar en dos flancos: la
articulación de listas parlamentarias opositoras con “pesos pesados”,
especialmente para el Senado pero también para las diputaciones uninominales; y
el montaje de un gran aparato de control electoral, que minimice los riesgos de
fraude siempre latentes en el régimen evista.