Guiños al empresariado y amenazas al cooperativismo
cruceño
Emilio Martínez Cardona
Es evidente que el gobierno de Evo Morales se ha puesto
en campaña para apaciguar las molestias que habían generado en el empresariado
cruceño la política de restricción de exportaciones, las barreras a la
modernización y la inseguridad jurídica sobre la tierra, que predominaron
durante varios años.
De ahí que en los últimos tiempos se han multiplicado las
señales hacia una liberación parcial de la innovación tecnológica en el agro de
la región, así como una disminución de las limitantes para el sector
exportador. En esa lista también hay que incluir los biocombustibles, que
implican la inclusión de la agroindustria cruceña en la matriz energética
nacional, proyecto que había sido frenado tanto por la administración de Carlos
Mesa como por la actual.
Por supuesto, no es que repentinamente el Movimiento Al
Socialismo se haya convertido a la defensa de la iniciativa privada, sino que
toma un giro pragmático impulsado por dos factores: a) la cruda realidad del
fin del ciclo gasífero, que obliga a buscar una locomotora alternativa para el
tren de la economía boliviana, así sea haciendo concesiones a un estamento
antes denostado; y b) la imitación del guión puesto en práctica por otro de los
regímenes del bloque socialista del siglo XXI, Nicaragua, que en años previos a
su presente crisis política y social gobernó mediante sendos acuerdos
mercantilistas con el empresariado de esa nación centroamericana.
Los empresarios cruceños sabrán hasta qué punto confiar
en este acercamiento, más táctico que estratégico, y que podría tener un nuevo
giro, en sentido contrario, una vez que el partido cocalero se asegure la
reproducción en el poder.
Pero lo cierto es que esta maniobra encuentra límites y
contradicciones dentro del propio oficialismo, acostumbrado durante una década
y media a ejercer presiones extorsivas hacia las fuerzas económicas de Santa
Cruz.
Prueba de esto es el asedio al que están sometiendo a uno
de los pilares principales del cooperativismo cruceño, al punto que quienes
denunciaron el desfalco producido al interior de esa entidad son
judicializados.
Aunque desde el gobierno central se diga que no habrá
intervención en las cooperativas, el aparato judicial y fiscal del masismo
muestra lo contrario, sometiendo a los inocentes (los denunciantes) a la misma
condición que los culpables.
Imposible no recordar la clásica fábula del escorpión y
la rana, donde el primero necesitaba de la segunda para cruzar el río (que aquí
sería el proceso electoral), pero que al llegar a la mitad de la corriente
clava su aguijón letal en el batracio, condenándose a sí mismo a la muerte por
ahogamiento, porque “así era su naturaleza”.
El asedio al cooperativismo cruceño daña seriamente la
credibilidad del acercamiento gubernamental a la economía de la región y podría
convertirse en el talón de Aquiles para esa jugada, reduciendo las expectativas
electorales para el partido oficial en la plaza mayor del Oriente.