THOR LLAMA A GUAIDÓ
Emilio Martínez Cardona
No, no es un intento de hibridar los cómics de Marvel o
la mitología escandinava con el realismo mágico latinoamericano. El suceso es
auténtico y fue informado directamente por el mismo Thor a través de su cuenta
en Twitter, el pasado lunes.
“Hablé con Juan Guaidó hoy para reiterar el apoyo del
gobierno islandés. Seguiremos presionando para un retorno pacífico a la
democracia en Venezuela, permitiendo que las elecciones libres y justas se
celebren lo antes posible”, indicaba el tuit en cuestión.
Nos referimos, claro, a Gudlaugur Thor, ministro de relaciones
exteriores de Islandia, tierra adonde las sagas sobre el dios del trueno
llegaron de la mano de los navegantes vikingos.
Curiosidades aparte, el apoyo islandés sube el número de
naciones que respaldan al presidente interino de Venezuela por encima de la
cincuentena, reuniendo a las mayores democracias del planeta.
Del otro lado, el usurpador Nicolás Maduro apenas exhibe
el apoyo de autocracias como Rusia y Turquía, las dictaduras china y cubana, y
el régimen fundamentalista de Irán. El club de las tiranías.
Uruguay y México, por su parte, juegan la carta de una
neutralidad hipócrita, que intenta pero no logra ser efectivamente funcional a
los intereses del castro-madurismo. Para ellos escribió Dante Alighieri en La
Divina Comedia: “Los confines más oscuros del infierno están reservados para
aquellos que eligen mantenerse neutrales en tiempos de crisis moral”.
Luego está el caso de Nicaragua y Bolivia, que de ser
dóciles alfiles del bloque populista-autoritario ahora parecen empezar a buscar
con nerviosismo algún camuflaje que les permita asegurarse su propia supervivencia
política.
De ahí que Daniel Ortega ofrezca reformas electorales,
reapertura del diálogo y contactos con la OEA, y que Evo Morales procure
apaciguar al gobierno de Jair Bolsonaro entregando al terrorista Cesare
Battisti. También ha sido sintomática la ausencia del representante del régimen
masista en la última reunión del grupo pro-Maduro en Naciones Unidas.
La coyuntura debería ser aprovechada por la oposición
boliviana para arrancar concesiones en materia de transparencia electoral –como
un mayor monitoreo internacional del proceso de registro y votación-, en
sinergia con la presión externa. Esto, por supuesto, mientras se mantiene la
movilización popular en defensa del 21F y el desconocimiento sistemático a la
ilegal repostulación presidencial del caudillo cocalero.
Lo cierto es que los días de la dictadura chavista en
Venezuela están contados y que la caída de Maduro (quien probablemente busque
asilo al amparo de Erdogan) conllevará efectos importantes en Bolivia: desde la
desestabilización psicológica en los tomadores de decisiones oficialistas hasta
un flujo de información estratégica desde la administración Guaidó, sobre
transferencias irregulares de fondos y vuelos con cargamentos ilícitos en la
denominada “Ruta del Alba”.
A los regímenes de la mentira no los salvará ni Loki.