jueves, 21 de febrero de 2019


THOR LLAMA A GUAIDÓ



Emilio Martínez Cardona

No, no es un intento de hibridar los cómics de Marvel o la mitología escandinava con el realismo mágico latinoamericano. El suceso es auténtico y fue informado directamente por el mismo Thor a través de su cuenta en Twitter, el pasado lunes.

“Hablé con Juan Guaidó hoy para reiterar el apoyo del gobierno islandés. Seguiremos presionando para un retorno pacífico a la democracia en Venezuela, permitiendo que las elecciones libres y justas se celebren lo antes posible”, indicaba el tuit en cuestión.

Nos referimos, claro, a Gudlaugur Thor, ministro de relaciones exteriores de Islandia, tierra adonde las sagas sobre el dios del trueno llegaron de la mano de los navegantes vikingos.

Curiosidades aparte, el apoyo islandés sube el número de naciones que respaldan al presidente interino de Venezuela por encima de la cincuentena, reuniendo a las mayores democracias del planeta.

Del otro lado, el usurpador Nicolás Maduro apenas exhibe el apoyo de autocracias como Rusia y Turquía, las dictaduras china y cubana, y el régimen fundamentalista de Irán. El club de las tiranías.

Uruguay y México, por su parte, juegan la carta de una neutralidad hipócrita, que intenta pero no logra ser efectivamente funcional a los intereses del castro-madurismo. Para ellos escribió Dante Alighieri en La Divina Comedia: “Los confines más oscuros del infierno están reservados para aquellos que eligen mantenerse neutrales en tiempos de crisis moral”.

Luego está el caso de Nicaragua y Bolivia, que de ser dóciles alfiles del bloque populista-autoritario ahora parecen empezar a buscar con nerviosismo algún camuflaje que les permita asegurarse su propia supervivencia política.

De ahí que Daniel Ortega ofrezca reformas electorales, reapertura del diálogo y contactos con la OEA, y que Evo Morales procure apaciguar al gobierno de Jair Bolsonaro entregando al terrorista Cesare Battisti. También ha sido sintomática la ausencia del representante del régimen masista en la última reunión del grupo pro-Maduro en Naciones Unidas.

La coyuntura debería ser aprovechada por la oposición boliviana para arrancar concesiones en materia de transparencia electoral –como un mayor monitoreo internacional del proceso de registro y votación-, en sinergia con la presión externa. Esto, por supuesto, mientras se mantiene la movilización popular en defensa del 21F y el desconocimiento sistemático a la ilegal repostulación presidencial del caudillo cocalero.

Lo cierto es que los días de la dictadura chavista en Venezuela están contados y que la caída de Maduro (quien probablemente busque asilo al amparo de Erdogan) conllevará efectos importantes en Bolivia: desde la desestabilización psicológica en los tomadores de decisiones oficialistas hasta un flujo de información estratégica desde la administración Guaidó, sobre transferencias irregulares de fondos y vuelos con cargamentos ilícitos en la denominada “Ruta del Alba”.

A los regímenes de la mentira no los salvará ni Loki.