APUNTES SOBRE UNA LARGA CAMPAÑA
Emilio Martínez Cardona
Ley de Organizaciones Políticas y primarias mediante, la
campaña electoral del 2019 será una de las más largas de la historia. Una
maratón de diez meses, no apta para corredores de 100 metros planos.
En este contexto, un renunciante reincidente como Carlos
Mesa, ¿podrá llegar con su postulación hasta los comicios nacionales o arrojará
la toalla antes de esa fecha?
Es posible, incluso, que ése haya sido el cálculo del
régimen, del cual el ex presidente ha sido un socio estratégico desde el golpe
de octubre de 2003, y más recientemente en la fallida estrategia de La Haya.
Quizás el diseño electoral consistiera en alimentar (a
través de un cachascán pactado) una candidatura “opositora” que se retirara a
pocos meses de los comicios, dejando desguarnecidas a las fuerzas democráticas.
Parte del plan serían ciertos sondeos, basados en
muestras pequeñas y restringidas geográficamente, para inducir ese “voto a
regañadientes”, tibio o resignado, del que se beneficia el ex mandatario.
El “sistema de octubre”, conformado por dos fuerzas
políticas asociadas al Foro de Sao Paulo (el MAS y el MBL residual que rodea a
Mesa), habría construido su trampa final, dirigida a perpetuar el centralismo
burocrático.
Pero dos factores parecen estar erosionando ese diseño:
por una parte, la emergencia de una nueva generación de electores, nuevos
votantes que no acompañan a Evo Morales (un 80% de los jóvenes se niega a
sufragar por el caudillo cocalero), y que tampoco están interesados en un
retorno al pasado, reinstalando a una oligarquía tradicional.
Por otro lado, está la proyección de Santa Cruz hacia el
liderazgo nacional, que el régimen trata de desactivar mediante prebendas a
algunas facciones empresariales. Pero esta proyección es imparable, fruto de la
terca realidad, con una infraestructura económica que tiende a generar una
nueva superestructura política.
La convergencia entre el liderazgo nacional cruceño y los
jóvenes votantes de toda Bolivia puede ser el fenómeno que eche abajo la
estrategia bifronte del masismo/mesismo.
Desde Santa Cruz puede proponerse al país en general y a
las generaciones emergentes en particular un horizonte de cambio real,
apostando a los nuevos paradigmas de la economía creativa y colaborativa, del
emprendimiento joven en el marco de la transformación digital.
En cualquier caso, la maratón electoral de diez meses
puede ser propicia para que un corredor fondista, que pueda representar a esos
dos factores mencionados, redibuje el tablero político actual.
Si se quiere alcanzar probabilidades razonables de
recuperar una democracia plena, hay que moverse fuera de los márgenes de
previsibilidad establecidos por el régimen, márgenes donde el “factor Mesa”
cumple un rol funcional.
Lo que realmente puede poner en aprietos al oficialismo
es que el voto útil opositor acabe concentrándose en un retador distinto al
planificado.