PETRO-PRAGMÁTICOS Y FILO-TERRORISTAS
Emilio Martínez Cardona
La entrega a Italia del terrorista Cesare Battisti puso
en evidencia la intensidad de las pugnas internas en el régimen del Movimiento
Al Socialismo, entre el ala pragmática encabezada por el ministro de gobierno
Carlos Romero y la facción que mantiene el “horizonte comunista”, acaudillada por
los hermanos García Linera, el ex ministro Hugo Moldiz y el asesor vasco Katu
Arkonada.
Por su parte, Romero representa una tendencia hacia el
Termidor del “proceso de cambio”, algo intermedio entre la intransigencia de
Venezuela y Nicaragua y la evolución a la ecuatoriana, aunque con Evo Morales
siempre a la cabeza del Estado.
Se trata de una adaptación oportunista al nuevo marco
geopolítico latinoamericano, particularmente a la presencia de la
administración Bolsonaro en Brasilia, de la que se busca alguna continuidad en
el negocio gasífero. Junto al relativo y medido aggiornamiento en las
relaciones externas, esta tendencia procura la alianza con sectores
empresariales del Oriente boliviano, tejida por Romero durante años.
Por el otro lado, tenemos a la facción que apuesta por
radicalizar los componentes autoritarios del régimen, a la manera de lo
practicado por Nicolás Maduro y Daniel Ortega, sobre el consabido guión cubano
que señala el rumbo hacia una intensificación represiva.
Por supuesto, a la hora de protestar por la entrega de
Battisti, junto a la visión estratégica de inclinación despótica también pesan
sobre estos actores ciertos antecedentes en común, como la adscripción de los
García Linera al terrorista EGTK o de Arkonada al brazo político de ETA.
Sólo así se explica la defensa de un condenado (no
simplemente acusado) a cadena perpetua por la justicia italiana (no por el
gobierno de Matteo Salvini) por su participación en cuatro asesinatos, entre
ellos los de un carnicero y un joyero a los que el grupo de Battisti,
Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), mató para robarles objetos de valor
o la recaudación de las ventas del día.
Y es que esta era precisamente la teoría del PAC: la
alianza con delincuentes comunes, a los que consideraba como los mejores
revolucionarios por su dedicación vocacional a la “expropiación” de la
burguesía. O habría que decir robolucionarios.
Algo parecido a lo sostenido por Bakunin, el parricida Shocklender
en sus clases de la “Universidad de las Madres de Plaza de Mayo” o por el peor
Galeano, que en alguna de sus páginas consideraba a los mareros de
Centroamérica como los herederos de las guerrillas de los ´70 y ´80 en esa
región.
En cualquier caso, volviendo al contexto nacional, las
tensiones hacen visible una grieta partidaria en el MAS de la que ya se
percibían síntomas en los últimos años, pero que ahora queda expuesta en toda
su crudeza.
Tensiones que podrían traducirse en un nuevo gabinete
ministerial en los próximos días. Su conformación dará pistas para saber cómo
se resolvieron, mediaron o postergaron las contradicciones internas en el
oficialismo.