Los últimos días del Foro de Sao Paulo
Emilio Martínez Cardona
El derrumbe del Partido de los Trabajadores en Brasil
parece marcar los últimos días del Foro de Sao Paulo, el cártel de partidos de
izquierda que propulsó el engendro cleptocrático del “socialismo del siglo
XXI”.
Si bien el candidato del PT, Fernando Haddad, sigue en
carrera para la segunda vuelta, es poco probable que pueda conquistar los 18
millones de votos que lo separan del postulante de la derecha (obviemos ese
cliché de “ultra”), Jair Bolsonaro.
Entonces, la balanza se inclina hacia una larga temporada
fuera del poder para el petismo, lo que podría traducirse en la desaparición -o
al menos fragmentación- de ese partido.
Esto implica la neutralización del que fuera uno de los
dos pilares fundacionales del Foro, junto con la dictadura cubana. Por
supuesto, el club de amigos seguirá reuniéndose en los próximos años, pero en
un ambiente cada vez más fantasmagórico, al estilo de la orquesta del Titanic.
En cuanto al Brasil, de concretarse una presidencia de
Bolsonaro el manejo económico quedará en manos del liberal radical Paulo
Guedes, causa de la euforia con que los mercados recibieron la verdadera paliza
electoral dada al PT en la primera vuelta.
Guedes ya ha anunciado su proyecto de privatizar todas,
absolutamente todas las empresas estatales de su país, incluyendo al gigante de
Petrobras, herejía que sin duda provocará que los petro-nacionalistas de toda
América Latina se rasguen las vestiduras.
Esto le ayudará al nuevo gobierno brasileño a liquidar
gran parte del déficit fiscal y, al mismo tiempo, anulará uno de los focos más
importantes de corrupción.
Para el régimen de Evo Morales, esta privatización del
mercado de hidrocarburos podría significar que las compras brasileñas de gas
boliviano, ya muy mermadas durante la administración Temer, terminen por
esfumarse.
Pero lo que tal vez duela más a los “barones de la coca”
del Chapare es la política de mano dura con las mafias del narcotráfico
adelantada por el candidato del Partido Social Liberal, que afectará a la otra
gran exportación boliviana.
Otro efecto geopolítico trascendental de un triunfo de
Bolsonaro en el ballotage sería que los dos vecinos con las mayores fronteras
con Venezuela, Colombia y Brasil, queden en manos de gobiernos con una sólida
orientación anticomunista, lo que puede acabar propiciando algún tipo de
“opción militar” liderada por los Estados Unidos, que no necesariamente llegue
a un desembarco libertador para acabar con la ocupación cubana e iraní del
territorio venezolano, sino que se parezca algo más a la ayuda a la “contra” en
Nicaragua brindada por Ronald Reagan en los años ´80, pensada como una
herramienta de presión para forzar una salida negociada con elecciones
realmente democráticas.
El centro bienpensante debería revisar sus críticas a
Bolsonaro y entender que una derecha políticamente incorrecta es, de lejos, una
alternativa muy preferible a la reinstalación del cleptomarxismo en el Palacio
de Planalto.