jueves, 11 de octubre de 2018


Los últimos días del Foro de Sao Paulo

Emilio Martínez Cardona

El derrumbe del Partido de los Trabajadores en Brasil parece marcar los últimos días del Foro de Sao Paulo, el cártel de partidos de izquierda que propulsó el engendro cleptocrático del “socialismo del siglo XXI”.

Si bien el candidato del PT, Fernando Haddad, sigue en carrera para la segunda vuelta, es poco probable que pueda conquistar los 18 millones de votos que lo separan del postulante de la derecha (obviemos ese cliché de “ultra”), Jair Bolsonaro.

Entonces, la balanza se inclina hacia una larga temporada fuera del poder para el petismo, lo que podría traducirse en la desaparición -o al menos fragmentación- de ese partido.

Esto implica la neutralización del que fuera uno de los dos pilares fundacionales del Foro, junto con la dictadura cubana. Por supuesto, el club de amigos seguirá reuniéndose en los próximos años, pero en un ambiente cada vez más fantasmagórico, al estilo de la orquesta del Titanic.

En cuanto al Brasil, de concretarse una presidencia de Bolsonaro el manejo económico quedará en manos del liberal radical Paulo Guedes, causa de la euforia con que los mercados recibieron la verdadera paliza electoral dada al PT en la primera vuelta.

Guedes ya ha anunciado su proyecto de privatizar todas, absolutamente todas las empresas estatales de su país, incluyendo al gigante de Petrobras, herejía que sin duda provocará que los petro-nacionalistas de toda América Latina se rasguen las vestiduras.

Esto le ayudará al nuevo gobierno brasileño a liquidar gran parte del déficit fiscal y, al mismo tiempo, anulará uno de los focos más importantes de corrupción.

Para el régimen de Evo Morales, esta privatización del mercado de hidrocarburos podría significar que las compras brasileñas de gas boliviano, ya muy mermadas durante la administración Temer, terminen por esfumarse.

Pero lo que tal vez duela más a los “barones de la coca” del Chapare es la política de mano dura con las mafias del narcotráfico adelantada por el candidato del Partido Social Liberal, que afectará a la otra gran exportación boliviana.

Otro efecto geopolítico trascendental de un triunfo de Bolsonaro en el ballotage sería que los dos vecinos con las mayores fronteras con Venezuela, Colombia y Brasil, queden en manos de gobiernos con una sólida orientación anticomunista, lo que puede acabar propiciando algún tipo de “opción militar” liderada por los Estados Unidos, que no necesariamente llegue a un desembarco libertador para acabar con la ocupación cubana e iraní del territorio venezolano, sino que se parezca algo más a la ayuda a la “contra” en Nicaragua brindada por Ronald Reagan en los años ´80, pensada como una herramienta de presión para forzar una salida negociada con elecciones realmente democráticas.

El centro bienpensante debería revisar sus críticas a Bolsonaro y entender que una derecha políticamente incorrecta es, de lejos, una alternativa muy preferible a la reinstalación del cleptomarxismo en el Palacio de Planalto.