¿Adelantamiento de
elecciones subnacionales?
Emilio Martínez
Cardona
Hay fuertes
versiones acerca de una próxima jugada en preparación por parte del oficialismo,
consistente en un eventual adelantamiento de las elecciones municipales y
departamentales, para realizarlas al mismo tiempo que las generales. Una
advertencia sobre esto incluso quedó plasmada en un documento emitido hace dos semanas
por el Movimiento Cívico Nacional.
La medida podría
apuntar a un objetivo estratégico, que es utilizar el arrastre que tiene la
candidatura de Evo Morales para mejorar el desempeño de sus candidatos
regionales o locales (el MAS siempre baja su votación en los comicios subnacionales).
Sin embargo, la
experiencia histórica de elecciones nacionales y departamentales simultáneas,
en diciembre del 2005, tampoco fue muy auspiciosa para el Movimiento Al
Socialismo (6 de las 9 Prefecturas quedaron en manos opositoras).
Lo que puede haber,
entonces, es un signo de debilidad: si el MAS pierde las elecciones nacionales
del 2019, así sea en segunda vuelta, su votación en las subnacionales del 2020
se hundiría catastróficamente. En cambio, al realizar todos los comicios en
simultáneo, el Movimiento Al Socialismo conservaría el mando en la mayoría de
los municipios provinciales del país, además de algunas gobernaciones.
Junto con el
blindaje legal a la coca excedentaria del Chapare, esto sería parte de un Plan
B de repliegue temporal a reductos fuertes, a la espera del momento para
desestabilizar al nuevo presidente y retornar al poder central.
A pesar del oxígeno
que está recibiendo el gobierno con la expectativa positiva sobre el fallo de La
Haya, desde el oficialismo se multiplican estas señales involuntarias de
debilidad electoral. Al ejemplo citado hay que sumar las declaraciones de
dirigentes masistas, advirtiendo que no dejarán gobernar a la oposición si gana
las elecciones nacionales. En el mismo sentido hay que anotar el jalón de
orejas de Evo a sus compañeros de partido, porque “piensan ser gobernadores sin
haber ganado todavía el 2019”.
El referéndum del 21
de febrero de 2016 demostró que el partido oficialista no es imbatible, por más
artimañas que utilice, sobre todo abusando de bienes, funcionarios, medios y
publicidad del Estado. Está claro que ya no cuenta con mayoría absoluta y que
aun logrando la mayoría relativa podría no lograr evitar una segunda vuelta,
que implicaría la unificación en su contra de todo el arco opositor.
Si la alianza
principal o “buque insignia” de la oposición democrática alcanza un factible
35%, con un Movimiento Al Socialismo que no pase por mucho del 40%, podría
darse esta “gran final”.
Por supuesto, estos
cálculos no son una invitación a la candidez e ingenuidad. Sabemos que de aquí
a los comicios nacionales el oficialismo intentará poner todo tipo de trampas
en el camino. No es por nada que se barajan los nombres de Raúl García Linera y
Juan Ramón Quintana como posibles jefes de campaña.
Pero la precondición
para librar cualquier batalla es la confianza en poder ganarla.