jueves, 20 de septiembre de 2018


¿Adelantamiento de elecciones subnacionales?



Emilio Martínez Cardona

Hay fuertes versiones acerca de una próxima jugada en preparación por parte del oficialismo, consistente en un eventual adelantamiento de las elecciones municipales y departamentales, para realizarlas al mismo tiempo que las generales. Una advertencia sobre esto incluso quedó plasmada en un documento emitido hace dos semanas por el Movimiento Cívico Nacional.

La medida podría apuntar a un objetivo estratégico, que es utilizar el arrastre que tiene la candidatura de Evo Morales para mejorar el desempeño de sus candidatos regionales o locales (el MAS siempre baja su votación en los comicios subnacionales).

Sin embargo, la experiencia histórica de elecciones nacionales y departamentales simultáneas, en diciembre del 2005, tampoco fue muy auspiciosa para el Movimiento Al Socialismo (6 de las 9 Prefecturas quedaron en manos opositoras).

Lo que puede haber, entonces, es un signo de debilidad: si el MAS pierde las elecciones nacionales del 2019, así sea en segunda vuelta, su votación en las subnacionales del 2020 se hundiría catastróficamente. En cambio, al realizar todos los comicios en simultáneo, el Movimiento Al Socialismo conservaría el mando en la mayoría de los municipios provinciales del país, además de algunas gobernaciones.

Junto con el blindaje legal a la coca excedentaria del Chapare, esto sería parte de un Plan B de repliegue temporal a reductos fuertes, a la espera del momento para desestabilizar al nuevo presidente y retornar al poder central.    

A pesar del oxígeno que está recibiendo el gobierno con la expectativa positiva sobre el fallo de La Haya, desde el oficialismo se multiplican estas señales involuntarias de debilidad electoral. Al ejemplo citado hay que sumar las declaraciones de dirigentes masistas, advirtiendo que no dejarán gobernar a la oposición si gana las elecciones nacionales. En el mismo sentido hay que anotar el jalón de orejas de Evo a sus compañeros de partido, porque “piensan ser gobernadores sin haber ganado todavía el 2019”.

El referéndum del 21 de febrero de 2016 demostró que el partido oficialista no es imbatible, por más artimañas que utilice, sobre todo abusando de bienes, funcionarios, medios y publicidad del Estado. Está claro que ya no cuenta con mayoría absoluta y que aun logrando la mayoría relativa podría no lograr evitar una segunda vuelta, que implicaría la unificación en su contra de todo el arco opositor. 

Si la alianza principal o “buque insignia” de la oposición democrática alcanza un factible 35%, con un Movimiento Al Socialismo que no pase por mucho del 40%, podría darse esta “gran final”.  

Por supuesto, estos cálculos no son una invitación a la candidez e ingenuidad. Sabemos que de aquí a los comicios nacionales el oficialismo intentará poner todo tipo de trampas en el camino. No es por nada que se barajan los nombres de Raúl García Linera y Juan Ramón Quintana como posibles jefes de campaña.

Pero la precondición para librar cualquier batalla es la confianza en poder ganarla.