El control del “timming” electoral
Emilio Martínez Cardona
Sí, la nueva Ley de Organizaciones Políticas procura que
Evo Morales y Álvaro García Linera “entren por la ventana” en los comicios
nacionales, con un mini-referéndum partidario (las internas) que compense aquel
otro, de circunscripción nacional, que perdieron el 21 de febrero del 2016.
Es la parte más evidente de la estrategia oficialista y
debería concentrar a todas las fuerzas defensoras del 21F en una interpelación
ética ciudadana al Tribunal Supremo Electoral, donde un par de magistrados ya
han dado señales de independencia hacia los dictados del Órgano Ejecutivo.
Es al TSE al que corresponde rechazar las candidaturas a
las primarias que incluyan a personas vetadas por la Constitución y por el
mandato popular de la consulta vinculante. Ya algo de esto ha sido dicho desde
ese Tribunal, pero habrá que mantener la guardia alta para reaccionar ante un
eventual fallo sibilino, que por un lado “respete” el carácter vinculatorio y
simultáneamente dé lugar a la absurda sentencia 0084 del TCP.
Pero hay otros aspectos de la Ley de Organizaciones
Políticas que también merecen reflexión pública, referidos ante todo al control
del “timming” electoral procurado por el régimen. Se trata de administrarle los
tiempos o ritmos a la oposición, imponiéndole una hoja de ruta restrictiva que,
entre otras cosas, fuerce a revelar de forma temprana los nombres de los
candidatos a las principales magistraturas.
Esto, apuntando tanto a una eventual guillotina judicial
previa a las internas, como al afinamiento de la maquinaria de guerra sucia en
los medios de desinformación estatales y para-estatales (según estimaciones del
Premio Nacional de Periodismo, Humberto Vacaflor, éstos suman alrededor de un 70% del total de los
órganos de prensa del país).
Controlar los tiempos es tener en las manos una de las
principales variables estratégicas en un proceso electoral, y ya hemos visto
cómo el chavismo abusó de ese instrumento en Venezuela, dictando desde la
ilegal Asamblea Nacional Constituyente convocatorias apresuradas a diversos
comicios (regionales, municipales y presidenciales) que fueron dispersando
gradualmente a la oposición.
Es parte de esa “cancha inclinada” diseñada por los
socialismos populistas, para que los goles sean fáciles de hacer hacia un lado
pero muy difíciles de concretar hacia el otro.
La manipulación del “timming” viene a sumarse al control
del espacio geográfico electoral, plasmado en un mapa de circunscripciones que
viola el principio de “un hombre, un voto”, con un claro favorecimiento hacia
las zonas hegemonizadas por el Movimiento Al Socialismo. Artificio con el cual
el oficialismo amplía desproporcionadamente su verdadera representatividad
parlamentaria.
El control del espacio-tiempo electoral es, entonces, el
mecanismo a utilizar para esa suerte de “física” del fraude estructural, con la
que se busca la perpetuación en el poder de una camarilla cleptocráctica
similar a las desenmascaradas en otros países de la región.