viernes, 2 de marzo de 2018


El relativismo jurídico de Qananchiri

Emilio Martínez Cardona

Qananchiri –nombre de guerra de Álvaro García Linera en el terrorista EGTK- acaba de enriquecer el acervo de sofisterías con las que tanto ha contribuido al discurso oficial por más de una década.

Según la frase recogida por los medios de prensa y viralizada en memes de toda laya por el ingenio popular, el vicepresidente se habría preguntado: “¿Creen que vamos a rifar la repostulación de Evo por un apego abstracto a la norma?”.

Obviamente, el petardo verbal pertenece a la misma artillería del disparate de donde salieron el “le meto nomás aunque sea ilegal” de Evo Morales, o aquel “lo político antes que lo jurídico” de otro representante del populismo de izquierda regional, José Mujica, ducho embaucador de incautos.

Lo cierto es que la salvajada del vice pone en evidencia la fibra antidemocrática del régimen que co-dirige, echando por tierra uno de los pilares centrales de la república, como es el principio de igualdad ante la ley.

Aquel que los antiguos griegos llamaron “isonomía”, consagrado en las reformas constitucionales de Clístenes de los años 508 y 507 antes de Cristo, y que, de acuerdo a Heródoto, incluía la obligación de que los magistrados rindieran cuentas de sus acciones ante el demos (pueblo) al término de su mandato.

Y ahí nos acercamos al núcleo del asunto: la intención de perpetuarse en el poder, personalmente o como camarilla, para evitar el posterior escrutinio de sus abusos y latrocinios, una vez que la alternancia los haya desalojado del comando del Estado.

Sin “apego abstracto” no hay norma alguna, sino mera discrecionalidad, campo en el que prosperan déspotas y burócratas.

Pero este relativismo jurídico no es una simple barrabasada individual, sino que proviene de la adscripción ideológica profunda de García Linera, el “horizonte comunista” del que ha hablado en reiteradas ocasiones.    

En el libro “Su moral y la nuestra”, León Trotsky indicaba que “moral es todo lo que ayuda a la revolución, e inmoral todo lo que la combate”, descalificando como “moral burguesa” los cuestionamientos que mencheviques y eseristas hacían del terror de Estado implantado por el Ejército Rojo y la Cheka. 

Entonces, para esta mentalidad totalitaria la normativa ética y jurídica no pasa de ser una caja de herramientas optativas, que se pueden hacer o no operativas en función del interés táctico o estratégico de la nomenklatura revolucionaria en una coyuntura dada.

Al fin y al cabo, el socialismo no había sido otra cosa que una involución: en el plano político, hacia una monarquía que ni siquiera es limitada sino absoluta, y en el económico, hacia una servidumbre semi-feudal. Sobre esto último, bastaría con preguntarle a cualquier trabajador chino, sin derechos sindicales de ninguna especie, o a los médicos cubanos, obligados a entregar la mayor parte de sus salarios como tributo al Leviatán castrista.

La tríada capitalismo liberal-gobierno limitado-Estado de Derecho sigue configurando el sistema más progresista, abierto e incluyente de toda la historia universal.

El Día