Libertad
para elegir: la propuesta educativa de Milton Friedman
Emilio
Martínez Cardona
El Nobel
de Economía Milton Friedman contaba que, cuando publicó en 1955 el artículo El papel del gobierno en la educación,
no imaginó que acabaría convirtiéndose en una suerte de activista de la reforma
escolar, creando una fundación que promoviera la libertad de los padres para
elegir la escuela de sus hijos.
Siete años
después publicaba el ensayo Capitalismo y
libertad, donde analizaba los tres grandes roles del Estado en materia
educativa: (1) legislando la educación obligatoria, (2) financiando la
educación y (3) administrando las escuelas.
La
conclusión de Friedman era que había cierta justificación en la obligatoriedad
de la educación y en su financiamiento, pero que “la administración en sí de
las instituciones educacionales por parte del gobierno, su ‘nacionalización’,
era mucho más difícil de justificar”.
El
financiamiento podía separase de la administración. Decía que “los gobiernos
podrían exigir ese mínimo de educación financiado a través de vales entregados
a los padres y redimibles por una cantidad por cada niño, a ser gastados sólo
en educación… desnacionalizando a las escuelas”.
Con esto
“se ampliarían las opciones al alcance de los padres… Aquí, lo mismo que en
otros campos, la empresa competitiva es mucho más eficiente en complacer la
demanda que las empresas nacionalizadas…”.
Concluía
Friedman que “cuando eso se logre, un mercado competitivo de educación privada
al servicio de padres que tienen la libertad de escoger la que consideran es la
mejor escuela para cada uno de sus hijos demostrará cómo se revolucionará la
educación”.
Y
agregaba que “son las sociedades libres las que, de lejos, han permitido un
mayor desarrollo a los aspectos inmateriales, espirituales y artísticos del
bienestar”.
Desde
entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente y el cheque escolar funciona
exitosamente en la actualidad en Dinamarca, Suecia, Nueva Zelanda y Australia,
en cinco regiones italianas y en varios estados de los Estados Unidos.
Nótese
que estos países y regiones están a la cabeza en los indicadores mundiales de
desarrollo humano, y que una de las categorías principales para medir este
desarrollo es, precisamente, la calidad del sistema educativo.
El cheque
escolar consiste en que el Estado entrega a los padres una cantidad de dinero
(o un bono canjeable) por cada hijo en edad escolar, cantidad con la que se
abonarían los gastos del centro educativo donde aquellos eligiesen
matricularlo, sea público o privado.
Según la
organización promotora del cheque escolar en Chile, los beneficios de este
sistema se sintetizan en cuatro puntos: competencia, libertad, alternativas y
calidad.
La
competencia hace que los proveedores de educación se esfuercen en mejorar la calidad,
ya que su financiamiento depende de que los padres elijan enviar a sus hijos a
ese centro escolar y no a otro.
En
resumen, se plantea que en lugar de financiar un ineficiente sistema de
escuelas públicas de baja calidad, sería mejor darles esos fondos directamente
a los padres, para que estos decidan a qué colegio irán los hijos.
En
Bolivia, habría sido más razonable destinar una parte significativa de la renta
gasífera a esta iniciativa educativa y no a la compra de aviones de lujo para
el gabinete ministerial o a la construcción de nuevos palacios presidenciales.