Los cocanautas
Emilio Martínez Cardona
El otro vice de Evo Morales, el cocalero Leonardo Loza (su segundo al
mando en El Chapare), anunció la creación de un “ejército cibernauta” integrado
por “más de 2.000 compañeros”, encargado de sentarle la mano a esas díscolas
redes sociales que no dejan de disentir con la unanimidad que corresponde a
todo proceso revolucionario que se precie.
Como bien decía el maestro Octavio Paz, “toda dictadura, sea de un
hombre o de un partido, desemboca en las dos formas predilectas de la
esquizofrenia: el monólogo y el mausoleo”. Y es precisamente para apuntalar
estos pilares esquizofrénicos del régimen que se arman las huestes de
cocanautas.
Desconocemos cuál pueda ser la calificación con la que cuenten para
manejarse en el mundo digital, pero lo indiscutible es que tienen sobrada
experiencia en la implantación de la dictadura sindical, sistema de control
territorial que ahora, por lo visto, tratan de extrapolar al ciberespacio.
Hay dos hipótesis plausibles para explicar los dichos de Loza: la
primera, que se trate de una broma involuntaria, surgida del operío solemne con
que los llunkus o alcahuetes procuran quedar bien con el “Jefazo”.
La segunda, que se busque darle un barniz popular a la actuación de los
verdaderos equipos de la guerrilla digital, tropas que en realidad estarán
conformadas por jóvenes mercenarios clasemedieros con tutoría cubana.
Sucede que no queda bien para el régimen que los apellidos de sus
ciber-guerreros tengan connotaciones oligárquicas, por lo que se recurre a la
invención de un ejército ficticio de cocanautas. Soldados de palo con teclados.
Más de 5 millones de Bs. es el presupuesto oficial asignado para la
represión en Internet, a los que deberán sumarse los neo-gastos reservados
actualmente dirigidos a ese objetivo.
Es una obviedad que estos fondos tendrían un mejor destino en áreas
como la salud o la educación, pero la prioridad absoluta del evismo –satrapía
del imperio castrochavista- es la reproducción indefinida en el poder, Mal
Mayor ante el cual todo es sacrificable.
Incalculablemente superiores son los recursos asignados a influenciar
el enfoque de importantes, y muy capitalistas, medios de comunicación
internacionales, extenso asunto que en algún momento merecerá una nota aparte.
Volviendo a la supuesta guerrilla a orquestarse desde el Ciber-Chapare,
nuevo episodio de la tragicómica opereta plurinacional, cabe preguntarse si los
flamantes pisateclas tendrán alguna chance de contrarrestar lo que constituye
una auténtica revolución cultural, como es la incorporación de los ciudadanos a
la democracia digital de las TIC´s.
Y esto es válido tanto en la tesis de que el ejército sea real como en
la opción de que se trate de una simple tapadera para el desvío de fondos multimillonarios
hacia las consultoras de enchufados amigos del poder.
En cualquier caso, lo seguro es que la producción principal del Trópico
de Cochabamba no será software ni malware, sino que seguirá centrada por
bastante tiempo más en la “industria química” que inunda las favelas brasileñas
y el conurbano de Buenos Aires.
El Día