Tambores de guerra
en el evismo tardío
Emilio Martínez
Cardona
Ante la extensa
“rebelión de los mandiles” protagonizada por los médicos bolivianos, varios
voceros del régimen de Evo Morales han comenzado a batir tambores guerreristas,
en un probable intento de intimidación.
“Hemos venido a la
guerra”, dijo el vicepresidente Álvaro García Linera, ex integrante de la banda
terrorista del EGTK. Otro tanto hizo la presidenta de la Cámara de Diputados,
Gabriela Montaño, en un tuit ininteligible que pedía “guerreros” para el año
que comienza.
Más allá del obvio
intento de imponer la lógica del miedo ante una movilización circunstancial,
las declaraciones militaristas dejan entrever otros dos factores de fondo: por
una parte, queda claro que la adscripción de estos personajes a la democracia
fue meramente instrumental, una conversión sin fe que sólo buscaba la
destrucción de las instituciones republicanas desde adentro.
Por otra parte,
desde el evismo parece estarse haciendo una lectura de la nueva fase histórica
en la que hemos entrado, marcada por la debacle continental de los populismos filo-chavistas,
un contexto en el que la violencia de Estado podría ser la última fórmula para
sostener, parafraseando a Stalin, el “socialismo del siglo XXI en un solo
país”, o en unos pocos.
En suma, derrumbado bajo
su propio peso el relato seudo-épico del “proceso de cambio”, apenas queda el
“poder duro” para buscar esa perpetuación tan necesaria para las camarillas
cleptocráticas, que se han enriquecido durante más de una década abusando en su
propio interés del “capital administrativo de la nación”, para usar una
expresión del propio segundo mandatario.
La historia del
evismo podría dividirse en tres fases: precoz, madura y tardía, siendo la
primera la que va desde el comienzo de la agitación cocalera hasta el
derrocamiento de un presidente constitucional en octubre de 2003; la segunda
desde entonces hasta la re-reelección de Morales en 2014 y la tercera sería la
actualmente en curso, signada por la hiper-corrupción y el agotamiento del
modelo del rentismo gasífero.
En el marco del
evismo tardío, se observa una creciente insumisión de las capas medias, ya se
trate de plataformas ciudadanas, estudiantes universitarios o colegios de
profesionales, que es precisamente contra quienes se dirigen los nuevos
instrumentos jurídicos represivos creados por el régimen.
Teniendo en cuenta
que en toda la historia universal han sido los estamentos mesocráticos los
principales protagonistas de los cambios políticos significativos (la única
revolución obrera real fue la del sindicato Solidarnosc contra la dictadura del
general pro-soviético Jaruzelski en Polonia), cabe preguntarse hasta qué punto podrá
contener a estos poderes emergentes el régimen neo-autoritario del Movimiento
Al Socialismo, con su caja de herramientas persecutorias o inquisitoriales.
Lo que se viene es
una pulseta entre una sociedad dinámica de urbanización intensificada y una
oligarquía burocrática con referentes ideológicos tan despóticos como anacrónicos.
El Día