jueves, 4 de enero de 2018

Tambores de guerra en el evismo tardío

Emilio Martínez Cardona

Ante la extensa “rebelión de los mandiles” protagonizada por los médicos bolivianos, varios voceros del régimen de Evo Morales han comenzado a batir tambores guerreristas, en un probable intento de intimidación.

“Hemos venido a la guerra”, dijo el vicepresidente Álvaro García Linera, ex integrante de la banda terrorista del EGTK. Otro tanto hizo la presidenta de la Cámara de Diputados, Gabriela Montaño, en un tuit ininteligible que pedía “guerreros” para el año que comienza.

Más allá del obvio intento de imponer la lógica del miedo ante una movilización circunstancial, las declaraciones militaristas dejan entrever otros dos factores de fondo: por una parte, queda claro que la adscripción de estos personajes a la democracia fue meramente instrumental, una conversión sin fe que sólo buscaba la destrucción de las instituciones republicanas desde adentro.

Por otra parte, desde el evismo parece estarse haciendo una lectura de la nueva fase histórica en la que hemos entrado, marcada por la debacle continental de los populismos filo-chavistas, un contexto en el que la violencia de Estado podría ser la última fórmula para sostener, parafraseando a Stalin, el “socialismo del siglo XXI en un solo país”, o en unos pocos.

En suma, derrumbado bajo su propio peso el relato seudo-épico del “proceso de cambio”, apenas queda el “poder duro” para buscar esa perpetuación tan necesaria para las camarillas cleptocráticas, que se han enriquecido durante más de una década abusando en su propio interés del “capital administrativo de la nación”, para usar una expresión del propio segundo mandatario.

La historia del evismo podría dividirse en tres fases: precoz, madura y tardía, siendo la primera la que va desde el comienzo de la agitación cocalera hasta el derrocamiento de un presidente constitucional en octubre de 2003; la segunda desde entonces hasta la re-reelección de Morales en 2014 y la tercera sería la actualmente en curso, signada por la hiper-corrupción y el agotamiento del modelo del rentismo gasífero.

En el marco del evismo tardío, se observa una creciente insumisión de las capas medias, ya se trate de plataformas ciudadanas, estudiantes universitarios o colegios de profesionales, que es precisamente contra quienes se dirigen los nuevos instrumentos jurídicos represivos creados por el régimen.

Teniendo en cuenta que en toda la historia universal han sido los estamentos mesocráticos los principales protagonistas de los cambios políticos significativos (la única revolución obrera real fue la del sindicato Solidarnosc contra la dictadura del general pro-soviético Jaruzelski en Polonia), cabe preguntarse hasta qué punto podrá contener a estos poderes emergentes el régimen neo-autoritario del Movimiento Al Socialismo, con su caja de herramientas persecutorias o inquisitoriales.

Lo que se viene es una pulseta entre una sociedad dinámica de urbanización intensificada y una oligarquía burocrática con referentes ideológicos tan despóticos como anacrónicos.


El Día