Cuba traslada su
crisis a Bolivia
Emilio Martínez
Cardona
Al tiempo de
anunciar la decisión de posponer su retiro del poder hasta abril del 2018, el
dictador Raúl Castro dejó entrever la crisis que atraviesa la isla, señalando
que se viene “un año complicado para las finanzas externas de la nación”.
Sucede que la
explotación de la economía venezolana, que sostuvo a la dictadura cubana
durante casi dos décadas, ya no funciona, teniendo en cuenta el colapso del
modelo socialista del chavismo.
De ahí que Castro II
esté buscando desesperadamente alternativas de financiamiento externo, un
contexto en el que se produce la llegada de grandes contingentes de brigadas
médicas cubanas a Bolivia.
El elemento
facilitador para el ingreso de estos “doctores esclavos”, que envían al Estado
castrista dos tercios de lo cobrado, es la rebelión de los médicos bolivianos
contra el artículo 205 de la nueva Ley del Código del Sistema Penal, que
criminaliza a los galenos con un marco normativo discrecional.
Se trata de una
nueva “ley infame” o anti-convencional, violatoria de los tratados
internacionales de derechos humanos firmados por Bolivia. Una pieza más en la
legislación represiva construida de manera metódica por el régimen evista.
Los médicos cubanos
llegan inicialmente como rompehuelgas, pero dado que el artículo 205 busca que
los doctores bolivianos renuncien a sus puestos, pueden abrirse muchas plazas
permanentes para los caribeños. Una operación mediante la cual Bolivia transferirá
fondos frescos a su tiranía-madre de La Habana.
Es difícil estimar
el monto preciso de esa transferencia, debido a la opacidad con que los
operadores gubernamentales del evismo manejan el arribo de las brigadas
cubanas.
Consultada sobre la
cantidad de médicos caribeños llegados recientemente, la ministra de salud Ariana
Campero profirió un sonoro “¡Ay, no sé!”, tan risible como desvergonzado. Por
cierto, la funcionaria es un cuadro ideológico formado en la Escuela
Latinoamericana de Medicina del castrismo, y su currículum se reduce al
desempeño de funciones burocráticas al servicio del gobierno de Evo Morales.
Con un régimen que
prioriza el gasto en obras faraónicas de dudosa calidad, ejecutadas por
empresas chinas; las compras de armamento ruso y el despilfarro en seguridad
del Estado, la salud ha sido claramente postergada.
Prueba de esto son
los siguientes indicadores. Bolivia aparece en la región con la mayor tasa de
mortalidad infantil y materna, y con las tasas más bajas de densidad de médicos
por población y de camas por hospital.
Tanto la expectativa
de vida como el gasto en salud (en porcentaje del PIB y por persona) son
también los más bajos de la región.
Estos indicadores no
mejorarán con la criminalización de los médicos bolivianos ni con la llegada de
las brigadas cubanas. Su mejoramiento exigiría una nueva política de Estado
que, entre otros elementos, debería incluir la descentralización de recursos
hacia las entidades autonómicas. Algo que un gobierno centralista y
concentrador de poder como el de Morales no parece dispuesto a hacer.
El Día