jueves, 28 de diciembre de 2017

Cuba traslada su crisis a Bolivia

Emilio Martínez Cardona

Al tiempo de anunciar la decisión de posponer su retiro del poder hasta abril del 2018, el dictador Raúl Castro dejó entrever la crisis que atraviesa la isla, señalando que se viene “un año complicado para las finanzas externas de la nación”.

Sucede que la explotación de la economía venezolana, que sostuvo a la dictadura cubana durante casi dos décadas, ya no funciona, teniendo en cuenta el colapso del modelo socialista del chavismo.

De ahí que Castro II esté buscando desesperadamente alternativas de financiamiento externo, un contexto en el que se produce la llegada de grandes contingentes de brigadas médicas cubanas a Bolivia.

El elemento facilitador para el ingreso de estos “doctores esclavos”, que envían al Estado castrista dos tercios de lo cobrado, es la rebelión de los médicos bolivianos contra el artículo 205 de la nueva Ley del Código del Sistema Penal, que criminaliza a los galenos con un marco normativo discrecional.

Se trata de una nueva “ley infame” o anti-convencional, violatoria de los tratados internacionales de derechos humanos firmados por Bolivia. Una pieza más en la legislación represiva construida de manera metódica por el régimen evista.

Los médicos cubanos llegan inicialmente como rompehuelgas, pero dado que el artículo 205 busca que los doctores bolivianos renuncien a sus puestos, pueden abrirse muchas plazas permanentes para los caribeños. Una operación mediante la cual Bolivia transferirá fondos frescos a su tiranía-madre de La Habana.

Es difícil estimar el monto preciso de esa transferencia, debido a la opacidad con que los operadores gubernamentales del evismo manejan el arribo de las brigadas cubanas.

Consultada sobre la cantidad de médicos caribeños llegados recientemente, la ministra de salud Ariana Campero profirió un sonoro “¡Ay, no sé!”, tan risible como desvergonzado. Por cierto, la funcionaria es un cuadro ideológico formado en la Escuela Latinoamericana de Medicina del castrismo, y su currículum se reduce al desempeño de funciones burocráticas al servicio del gobierno de Evo Morales.

Con un régimen que prioriza el gasto en obras faraónicas de dudosa calidad, ejecutadas por empresas chinas; las compras de armamento ruso y el despilfarro en seguridad del Estado, la salud ha sido claramente postergada.

Prueba de esto son los siguientes indicadores. Bolivia aparece en la región con la mayor tasa de mortalidad infantil y materna, y con las tasas más bajas de densidad de médicos por población y de camas por hospital.

Tanto la expectativa de vida como el gasto en salud (en porcentaje del PIB y por persona) son también los más bajos de la región.

Estos indicadores no mejorarán con la criminalización de los médicos bolivianos ni con la llegada de las brigadas cubanas. Su mejoramiento exigiría una nueva política de Estado que, entre otros elementos, debería incluir la descentralización de recursos hacia las entidades autonómicas. Algo que un gobierno centralista y concentrador de poder como el de Morales no parece dispuesto a hacer.

El Día