viernes, 26 de enero de 2018

Los millennials y el 2019

Emilio Martínez Cardona

Quien haya seguido con atención los discursos oficiales del pasado lunes, habrá podido detectar que, más allá de la avalancha de cifras económicas mal leídas por Evo Morales, el mensaje de Álvaro García Linera contenía indicios sobre la estrategia electoral a implementar por el partido de gobierno desde mediados del año en curso.

El énfasis discursivo en la tecnología deja entrever que el electorado-meta a conquistar será el de los jóvenes que votan por primera vez, millennials de la segunda fase (Generación Z) crecidos dentro de la burbuja digital y con poca o ninguna referencia sobre el pasado republicano pre-evista.

Por supuesto, existe un abismo entre la pretensión oficialista de seducir a este segmento y su capacidad para efectivizarla. Hay limitaciones que comienzan por el mismo chip ideológico de los responsables del régimen, formados en el siglo XX en corrientes que admiraban el industrialismo forzado a la manera de Stalin y sus planes quinquenales, algo bastante visible en las inclinaciones del segundo mandatario.

Desde ese enfoque nunca se podrá comprender las claves que impulsan la cuarta revolución industrial en curso, eminentemente capitalista y tendiente a la desconcentración territorial, muy lejos del clásico gigantismo de los modelos estatistas.

Baste con recordar el fiasco de las computadoras Quipus, de fabricación pública, para tener un ejemplo cercano de lo que estamos diciendo.

Otro obstáculo para el proyecto de captación masista es la autodenominación étnica de los millennials, quienes en forma mayoritaria no se identifican con ningún pueblo indígena, de acuerdo a una encuesta realizada por una fundación nacional a mediados del 2017. De manera que estos jóvenes difícilmente puedan ser arengados con las consignas de odio racial que suelen reiterarse en la demagogia gubernamental.

Según el mismo estudio, que abarcó a jóvenes de entre 16 y 30 años, incluyendo a líderes de 50 organizaciones juveniles, éstos manifiestan una clara preferencia por la auto-organización y el horizontalismo antijerárquico. Aspectos demasiado contradictorios con el tipo de caudillismo absoluto imperante en el Movimiento Al Socialismo.

Aunque el liderazgo y los partidos políticos estructurados sigan siendo fundamentales para la democracia, está claro que el extremo de rígido verticalismo que vertebra al partido del régimen (un “sistema de mando de arriba-abajo”, como decían los soviéticos) no se adapta bien a las tendencias creativas y libertarias de estas nuevas generaciones.

En cualquier caso, todo proyecto que aspire a convertirse en alternativa seria de gobierno para los comicios del 2019 deberá tener muy en cuenta a este estrato generacional. Y no se trata solamente de tener una activa presencia en las redes sociales, sino también, teniendo en cuenta que el medio ambiente y el empleo aparecen entre las primeras preocupaciones de los millennials, de construir una oferta programática sólida que integre capitalismo verde, formación técnica y emprendimientos digitales.

El Día