Los millennials y el 2019
Emilio Martínez Cardona
Quien haya seguido con atención los discursos oficiales
del pasado lunes, habrá podido detectar que, más allá de la avalancha de cifras
económicas mal leídas por Evo Morales, el mensaje de Álvaro García Linera
contenía indicios sobre la estrategia electoral a implementar por el partido de
gobierno desde mediados del año en curso.
El énfasis discursivo en la tecnología deja entrever que
el electorado-meta a conquistar será el de los jóvenes que votan por primera
vez, millennials de la segunda fase (Generación Z) crecidos dentro de la
burbuja digital y con poca o ninguna referencia sobre el pasado republicano
pre-evista.
Por supuesto, existe un abismo entre la pretensión
oficialista de seducir a este segmento y su capacidad para efectivizarla. Hay
limitaciones que comienzan por el mismo chip ideológico de los responsables del
régimen, formados en el siglo XX en corrientes que admiraban el industrialismo
forzado a la manera de Stalin y sus planes quinquenales, algo bastante visible
en las inclinaciones del segundo mandatario.
Desde ese enfoque nunca se podrá comprender las claves
que impulsan la cuarta revolución industrial en curso, eminentemente
capitalista y tendiente a la desconcentración territorial, muy lejos del
clásico gigantismo de los modelos estatistas.
Baste con recordar el fiasco de las computadoras Quipus,
de fabricación pública, para tener un ejemplo cercano de lo que estamos
diciendo.
Otro obstáculo para el proyecto de captación masista es la
autodenominación étnica de los millennials, quienes en forma mayoritaria no se
identifican con ningún pueblo indígena, de acuerdo a una encuesta realizada por
una fundación nacional a mediados del 2017. De manera que estos jóvenes
difícilmente puedan ser arengados con las consignas de odio racial que suelen
reiterarse en la demagogia gubernamental.
Según el mismo estudio, que abarcó a jóvenes de entre 16
y 30 años, incluyendo a líderes de 50 organizaciones juveniles, éstos
manifiestan una clara preferencia por la auto-organización y el horizontalismo
antijerárquico. Aspectos demasiado contradictorios con el tipo de caudillismo
absoluto imperante en el Movimiento Al Socialismo.
Aunque el liderazgo y los partidos políticos
estructurados sigan siendo fundamentales para la democracia, está claro que el
extremo de rígido verticalismo que vertebra al partido del régimen (un “sistema
de mando de arriba-abajo”, como decían los soviéticos) no se adapta bien a las
tendencias creativas y libertarias de estas nuevas generaciones.
En cualquier caso, todo proyecto que aspire a convertirse
en alternativa seria de gobierno para los comicios del 2019 deberá tener muy en
cuenta a este estrato generacional. Y no se trata solamente de tener una activa
presencia en las redes sociales, sino también, teniendo en cuenta que el medio
ambiente y el empleo aparecen entre las primeras preocupaciones de los
millennials, de construir una oferta programática sólida que integre
capitalismo verde, formación técnica y emprendimientos digitales.
El Día