viernes, 17 de noviembre de 2017

Reunión de petro-regímenes

Emilio Martínez Cardona



La abundancia de hidrocarburos parecería no ser muy favorable para el desarrollo de instituciones democráticas. Esta podría ser una de las deducciones al ver la lista de participantes en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que cerrará el IV Foro de Países Exportadores de Gas, a llevarse a cabo dentro de pocos días en Santa Cruz de la Sierra.

Entre éstos sobresalen los regímenes híbridos, dictaduras desembozadas, teocracias y monarquías absolutas, mientras que los gobiernos democráticos son unas pocas excepciones que confirman la regla.

Este cártel autoritario controla el 42% del suministro mundial de gas, el 70% de las reservas probadas, el 40% del suministro a través de gasoductos y el 65% ciento del mercado global de Gas Natural Licuado (GNL).

El vínculo entre petróleo o gas con el hegemonismo político es visible en los gobiernos más relevantes del bloque, Rusia e Irán, así como en el régimen anfitrión.

Recientemente, Evo Morales disparó su incontinente artillería verbal contra la “democracia occidental de mayorías y minorías”, sugiriendo sustituirla por la “democracia comunal de la unanimidad”, eufemismo que a todas luces encubre una inequívoca intención totalitaria.

La lista de petro-regímenes que enviarán delegaciones también incluye a Guinea Ecuatorial, dictadura encabezada por el genocida Teodoro Obiang, responsable del llamado “Auschwitz de África”.

Este congreso de “líderes supremos” y de sus delegados tiene la preocupación fundamental de contener la caída del precio internacional del gas, sobre todo teniendo en cuenta que sus regímenes viven de la renta extractivista, base financiera de enormes maquinarias clientelares y de ejércitos ideológicamente adoctrinados.

Por supuesto, esta preocupación es compartida por las sociedades civiles y los opositores de los mismos países, aunque en estos casos vaya entremezclada con el anhelo de desconcentrar la renta gasífera mediante pactos fiscales con los gobiernos regionales.

Afortunadamente, la relación entre hidrocarburos y autoritarismo no parece ser tan determinista si giramos la mirada hacia otras naciones, como Noruega y Estados Unidos, donde la abundancia del “oro negro” no se ha traducido en vocaciones despóticas.

En el caso noruego, por la despolitización del manejo de la renta hidrocarburífera, con un Fondo Soberano tecnocrático que pone a salvo estos recursos del despilfarro clientelar; y en el estadounidense por el carácter eminentemente privado del negocio petrolero.

Sería deseable que en Bolivia se analice la eventual adaptación del modelo escandinavo, para la etapa política posterior al declinante evismo. Mientras tanto, debería implementarse el Consejo Nacional de Hidrocarburos propuesto por entendidos del sector como Boris Santos Gómez Úzqueda, José Padilla y José Luis Parada, para procurar que el tema sea tratado de una vez por todas como una política de Estado y no como un simple botín partidario.

El Día