Emilio Martínez
La invitación a Evo Morales para que inaugurara Expocruz fue una nueva muestra de la política de “apaciguamiento” por la que ha optado la dirigencia institucional del empresariado cruceño. En base a los antecedentes de lo actuado por el propio gobierno, podemos adelantar que esa política no va a funcionar. Hemos visto cómo políticos que hicieron una oposición funcional al gobierno de todas maneras acabaron siendo perseguidos. Incluso hay gente que ha sido muy cercana al presidente y que terminó cayendo en desgracia y siendo hostigada. Es que la persecución no es solamente un expediente para neutralizar a los que confrontan con el gobierno, sino una necesidad intrínseca de los sistemas con tendencias totalitarias. La experiencia histórica indica que no es posible apaciguar a este tipo de gobiernos. Por más que quieran envolverlo en un guante de terciopelo, el puño de hierro seguirá estando allí. Ayer mismo veíamos cuál fue la respuesta del gobierno a la gentileza de la invitación, politizando el acto de inauguración con puños levantados e incluso mediante el sarcasmo de reclamar que hubieran pasado más de cuatro años para ser invitados. El apaciguamiento fue adoptado bajo la tesis de que “hay Evo para rato” y que es mejor adaptarse mientras tanto. Pero en realidad esto podría ser una tautología: los empresarios estarían haciendo que “haya Evo para rato” con su alineamiento activo.
La invitación a Evo Morales para que inaugurara Expocruz fue una nueva muestra de la política de “apaciguamiento” por la que ha optado la dirigencia institucional del empresariado cruceño. En base a los antecedentes de lo actuado por el propio gobierno, podemos adelantar que esa política no va a funcionar. Hemos visto cómo políticos que hicieron una oposición funcional al gobierno de todas maneras acabaron siendo perseguidos. Incluso hay gente que ha sido muy cercana al presidente y que terminó cayendo en desgracia y siendo hostigada. Es que la persecución no es solamente un expediente para neutralizar a los que confrontan con el gobierno, sino una necesidad intrínseca de los sistemas con tendencias totalitarias. La experiencia histórica indica que no es posible apaciguar a este tipo de gobiernos. Por más que quieran envolverlo en un guante de terciopelo, el puño de hierro seguirá estando allí. Ayer mismo veíamos cuál fue la respuesta del gobierno a la gentileza de la invitación, politizando el acto de inauguración con puños levantados e incluso mediante el sarcasmo de reclamar que hubieran pasado más de cuatro años para ser invitados. El apaciguamiento fue adoptado bajo la tesis de que “hay Evo para rato” y que es mejor adaptarse mientras tanto. Pero en realidad esto podría ser una tautología: los empresarios estarían haciendo que “haya Evo para rato” con su alineamiento activo.
Dos concepciones del empresariado
Sabemos que la posición del empresariado cruceño no es homogénea y que hay una molestia creciente en varios sectores ante la línea asumida por los actuales dirigentes institucionales. La fractura pasa por dos concepciones radicalmente distintas sobre cuál debe ser el rol de la empresa privada. De un lado están quienes creen en un modelo liberal, de empresas que crecen por sus propias fuerzas lejos del Estado, como ha sido históricamente en el mayor de los casos en Santa Cruz, y por el otro quienes promueven un modelo patrimonialista, de empresas que optan por hacer negocios con el Estado, vía concesiones de obras públicas y mecanismos similares. Por el momento, los segundos están al mando de los organismos institucionales y son perfectamente funcionales a la visión del gobierno sobre la creación de una “nueva burguesía” oficialista, como ya sucedió en Venezuela con la “burguesía bolivariana”. Pero la hegemonía momentánea de los patrimonialistas podría ser desafiada por los sectores liberales del empresariado, lo que tal vez sería el camino para que Santa Cruz recupere liderazgo político a nivel nacional.
La fuga a las provincias
Otra escena lamentable de la inauguración de Expocruz fue la fuga del gobernador Rubén Costas a las provincias, un método que ya parece ser su norma cuando las cosas se complican en Santa Cruz de la Sierra. Estamos ante un claro agotamiento de un liderazgo en estado terminal.