Por Emilio Martínez*
La escasa propaganda electoral del candidato masista a la Gobernación, Jerjes Justiniano, contrasta con la abundancia de medios puesta en la campaña municipal del también oficialista Roberto Fernández, pródiga en spots y gigantografías.
La escasa propaganda electoral del candidato masista a la Gobernación, Jerjes Justiniano, contrasta con la abundancia de medios puesta en la campaña municipal del también oficialista Roberto Fernández, pródiga en spots y gigantografías.
Al mismo tiempo, medios de comunicación afines al gobierno y capitalizados por PDVSA ponen en circulación encuestas que favorecen al candidato a la reelección, Rubén Costas.
¿Qué hay detrás de todo esto?
Posiblemente, una nueva muestra del pragmatismo gubernamental, teniendo en cuenta las bajas probabilidades reales de que Justiniano obtenga el triunfo electoral, lo que convierte al financiamiento de su campaña en un derroche innecesario.
Con un apoyo que oscila entre 21 y 30% de acuerdo a los distintos sondeos, la intención de voto del candidato oficialista a Gobernador se sitúa en los márgenes históricos logrados por el MAS en el departamento de Santa Cruz en los comicios que no han contado con Evo Morales como candidato, es decir, las elecciones prefecturales del 2005 (25%) y la votación para la Asamblea Constituyente del 2006 (26%).
En este escenario parece perfilarse una estrategia alternativa del gobierno, que contaría con la reelección de Costas para luego proceder a someterlo al cepo judicial con dos posibles objetivos: a) forzar su salida de la Gobernación vía prisión o exilio para nombrar un representante oficialista por simple dedazo presidencial aprovechando el “vacío jurídico”, o b) completar su proceso de domesticación, dosificando la presión para volver a alinearlo con el gobierno cada vez que sea necesario.
La experiencia reciente demuestra que el ex prefecto es materia apta para la segunda opción y sus señales sobre un eventual acercamiento con el gobierno abonan la hipótesis de que ya estaría adaptándose a esa coyuntura.
Todo apunta a que el poder central apuesta por la funcionalidad como etapa transitoria, previa al copamiento directo de la estructura prefectural.
Esta puede ser la trampa preparada para el 4 de abril y los meses siguientes. Un desafío que sólo una actuación inteligente y valiente del electorado podría sortear.
* Escritor y periodista