domingo, 28 de marzo de 2010

LA DEBILIDAD PRINCIPAL




Emilio Martínez*

Sun Tzu, Maquiavelo chino autor del inmejorable Arte de la Guerra, recomendaba decapitar a los generales derrotados. Sin llegar a ese extremo, impropio de tiempos democráticos y más digno de Achacachi, sería aconsejable la urgente sustitución de los dirigentes que fracasaron en frenar los abusos del gobierno central y que no lograron avanzar en la implementación del modelo autonómico.

La sugerencia es pertinente para despejar confusiones, alentadas por quienes intentan inducir a los electores a una ficción de voto útil, con el sofisma de que debemos unirnos frente al “enemigo principal” masista concentrando el sufragio en torno al ex prefecto Costas.

Traducido a la metáfora bélica que esbozamos arriba, esto equivaldría a decir algo tan ilógico como que “el enemigo es Evo, por lo tanto, respaldemos al general que ha sido derrotado por él”.

Coincidimos en que la amenaza es la tentación totalitaria del gobierno de Morales, pero algo que soslaya esa argumentación es que existe una “debilidad principal” que ha permitido el avasallamiento de los derechos humanos y el congelamiento de la autonomía: un liderazgo fallido que debe ser superado para darle una nueva oportunidad a la lucha pacífica por el equilibrio democrático.

Para sostener la ficción del voto útil, se habla de arropar al general derrotado con porcentajes y bancas que le permitan contener al “enemigo principal”. Pero la cruda verdad es que lo que no pudo hacer con el 86% alcanzado el 4 de mayo de 2008 difícilmente podrá hacerlo con el 51% de los votos. Lo que no pudo lograr con el 100% de las bancas del Consejo Departamental no podrá hacerlo con la mitad más uno de la nueva Asamblea.

La defensa de Santa Cruz no se construye con malabarismos aritméticos sobre porcentajes y bancas, sino abordando la cuestión de fondo a resolver: la necesidad de una conducción estratégica con capacidad intelectual y valor civil, con voluntad política para recomponer un sistema de alianzas nacionales por la democracia y que no sea vulnerable ante arremetidas judiciales ni intereses económicos.

Las elecciones del 4 de abril deberán servir para empezar a superar la “debilidad principal”, sembrando la semilla de un nuevo liderazgo que pueda hacerle frente con inteligencia al “enemigo principal”. Eso es lo que está en juego.


*Escritor y periodista.