miércoles, 13 de enero de 2010

MIRANDO DE ARRIBA

Claudio Ferrufino-Coqueugniot

¿Agentes? Cruel es la historia del estalinismo y los supuestos agentes que descubría en su paso. Y el leninismo también, de quien Stalin es hijo directo, no putativo. Estos señores, encaramados en la angustia y la estupidez de la plebe, solían inventar conjuras que les permitiesen deshacerse de cualquier sujeto pensante. Así lograron décadas de jolgorio y asechanza. Artificios del poder.

Emilio Martínez Cardona es un fino escritor y un excelente periodista. Tal vez se le pueda acusar el ser demócrata, si entendemos democracia en una acepción que también avala artificios, mejor logrados y menos crueles que los de las dictaduras pero engaños al fin. Allí un mal menor, tal vez.
Pero afirmar, según lo hizo Juan Evo Morales Ayma, presidente electo de Bolivia, que es un "agente del imperialismo norteamericano" es remover los espectros brutales de los enemigos de la libertad y la cultura, llámense Yugachvili, Pol Pot, Jiang Qing, Mussolini, Göring...

¿Para qué, me pregunto, un hombre que ha obtenido logros jamás pensados y que debiera encargarse de cosechar frutos de tal éxito, permite que su lengua sea un apéndice inservible? Se puede superar incluso la estupidez, pero no la arrogancia. Este venero hambriento que caracteriza a los megalómanos muere con ellos. Creo que no hay ejemplo en la historia de la superación de semejante deficiencia, que está por encima de lo ideológico, lo lógico, lo normal, lo esperado. Qué lástima. Y qué bien por Emilio Martínez porque semejante exabrupto da un espaldarazo a su labor profesional como él mismo reconoce.

Quizá Evo ha encontrado una carrera en esta circunstancia, la de agente literario que es casi la de provocateur, porque en la presidencia no se quedará para siempre, así lo aseguren los hados andinos que ni siquiera pudieron desembarazarse de España, ni de la ayuda extranjera, en limosna u oenegés, desde hace quinientos años hasta hoy. Lo siento, soy descreído. ¿Incrédulo?

En Orinoca, Morales entregó a la biblioteca local un enjambre de libros sobre sí mismo. No está mal, e incluso hay cierto dejo de hidalguía en incluir uno que se opone a él. Mencionó a Martín Sivak cuyo "Jefazo" no he leído por no tenerlo a mano, pero de quien leí "El asesinato de Juan José Torres" y "El dictador elegido", este último sobre el ángel benemérito que fue aquel gran cabrón Hugo Bánzer Suárez. No por su apología -según comentan- del evismo diría que Sivak es agente de alguien o algo. Ambos son periodistas y su crítica enriquece el conocimiento. Es derecho general el hablar, escribir y leer. De mayor peso hubiera resultado una entrega pluri-ideológica de libros que tamaño desliz, señor presidente.