El Foro con piel de cordero
Emilio Martínez Cardona
Agotado el ciclo político del Foro de Sao Paulo, con
la salida del PT del poder en Brasil y la debacle petrolera de Venezuela, el
cártel de las izquierdas populistas latinoamericanas busca reciclarse en el
Grupo de Puebla, bajo el paraguas del neo-priísmo de Andrés Manuel López
Obrador en México y con el oxígeno adicional provisto por el segundo
kirchnerismo en Argentina.
Se trata de una versión aparentemente light del mismo
proyecto, una suerte de “Foro con piel de cordero”, aunque en el fondo
permanezcan las mismas pulsiones hegemonistas y antiliberales.
En las diversas reuniones sostenidas hasta el momento
por el Grupo de Puebla se ha evidenciado la apuesta por Marco Enríquez-Ominami,
verdadero niño mimado al que se alimenta como carta para el futuro proceso
electoral en Chile.
El político chileno es uno de los voceros de la
neo-lengua progresista del bloque, que ha sustituido la dureza de las consignas
chavistas por jugarretas conceptuales al estilo de “el mercado es una
herramienta y el brazo es el Estado”, y otras patrañas similares.
La estrategia de camuflaje “buenista” del Grupo de
Puebla ha incluido el impulso al reciente acuerdo Maduro-Guaidó sobre la
intervención de la OPS en Venezuela, y también para que Evo Morales bajara el
perfil de sus reiteradas convocatorias insurreccionales desde Buenos Aires.
A nivel extra-regional, el bloque se entronca con la
emergente Internacional Progresista que alientan el “socialista democrático” Bernie
Sanders desde Estados Unidos y el ex ministro de finanzas Yanis Varoufakis
desde Grecia, entre otros demagogos de la misma calaña.
El común denominador es, como siempre, el
ultraestatismo, vía para seguir enriqueciendo oligarquías burocráticas a costa
de la “cosa pública”. Edulcorado, por supuesto, con las mieles hiperkeynesianas
de los sofistas Joseph Stiglitz y Thomas Piketty, agradables al gusto del
progresismo caviar.
Y también, como siempre, prima en el grupo la
hemiplejia que condena los autoritarismos de derecha y aplaude a los de
izquierda (u otros como el fundamentalismo islámico, a condición de que sean
antioccidentales).
La coyuntura extraordinaria y cuasibélica dibujada por
el coronavirus, proclive a la expansión regulatoria de Superestados, le da al
bloque la oportunidad de introducir su visión totalitaria de la economía como
parte de la “nueva normalidad”. Algo que tiene su correlato cultural con el
pensamiento único de género y con la violencia de las bandas antifa.
Volviendo al plano continental y para concluir:
generar una alternativa republicana al “Foro con piel de cordero” exigirá
claridad ideológica y glocalidad (pensamiento global y acción local),
articulando a las dispersas fuerzas políticas sostenedoras del paradigma de la
sociedad abierta y de la libertad.