Qananchiri, “giles” y globalización
Emilio Martínez
Cardona
El vicepresidente
Álvaro García Linera disertó en el marco de la “Contracumbre” previa al G20,
organizada por el neomarxista Clacso y en la que participaron varios
cleptócratas retirados, aspirantes o en funciones de América Latina y España.
En su conferencia,
alias Qananchiri (su nombre de guerra en la banda terrorista del EGTK) llamó
“giles” a los neoliberales y afirmó que las políticas actuales de Estados
Unidos demostrarían un supuesto fracaso de la globalización, el libre comercio
y las privatizaciones.
Posiblemente,
haciendo un esfuerzo para desentrañar aseveraciones realizadas con tanta
ligereza, se refiera a la política de renegociación de acuerdos de comercio
internacional impulsada por la administración de Donald Trump, que el vice claramente
no ha llegado a entender desde su mundo no-euclidiano donde 90 x 3 da 180.
Tanto por las
declaraciones del principal asesor de Trump en el tema, el economista Larry
Kudlow, como por los resultados de las conversaciones sobre el ex NAFTA y por
los objetivos fijados respecto a China, se trata en realidad de una búsqueda de
reciprocidad y fair play en el
intercambio de bienes y servicios, y no de un retorno al viejo proteccionismo.
En otras palabras:
se procura un comercio libre entre economías libres, algo distinto al
intercambio actual, donde países con altos subsidios estatales a las “empresas
amigas” del poder y con monedas manipuladas aprovechan las ventajas de acceso a
las sociedades abiertas. El mejor ejemplo de este juego sucio es la dictadura de
Pekín, casualmente el modelo corrupto en el que se inspira la práctica (no la idílica
teoría “comunitaria”) del régimen que conducen el caudillo cocalero Evo Morales
y el sofista García Linera.
Estamos, al decir
del desarrollista argentino Jorge Castro, ante un nuevo paradigma de
globalización e interdependencia y no frente a una vuelta a perimidas
propuestas autárquicas.
Otros aspectos de la
Trumpnomics también desmienten la
disertación del Clacso. La desregulación, que por orden ejecutiva elimina dos
normas antiguas por cada nueva que sea creada, y la reforma fiscal, que
devuelve a la gente recursos antes confiscados por la burocracia, son muestras
de una vigorosa orientación hacia el liberalismo clásico, medidas que han
logrado la mayor recuperación económica estadounidense en los últimos 50 años, llegando
casi al borde del pleno empleo.
Quizás Qananchiri
pueda mostrar experiencias más exitosas dentro de su campo ideológico, como las
de Venezuela o Cuba, o explicar por qué su gobierno está llevando a Bolivia
hacia una crisis en la exportación del gas.
También podría
disertar sobre las bondades del intercambio al interior de bloques comerciales
socialistas del pasado (Comecon) o de un presente que se va volviendo cada vez
más pretérito (Alba).
Cabe preguntarse,
además, si los neoliberales no serán considerados “giles” simplemente porque
robaron bastante menos que los socialistas del siglo XXI, cuyas cifras de
latrocinio han batido récords históricos.