El Foro de Sao Paulo en su laberinto
Emilio Martínez Cardona
Fundado en 1990, poco después de la caída del Muro de
Berlín, por los partidos latinoamericanos que simpatizaban con el “socialismo
real” que edificó esa construcción abominable, el Foro de Sao Paulo acaba de
celebrar un alicaído congreso número 24, en el que cínicamente se ha proclamado
“una diplomacia que esté por encima de los muros”.
Se realizó en La Habana, capital de ese proyecto
continental, quizás a manera de repliegue simbólico que acompaña al otro,
estratégico y político, sufrido por el bloque con la pérdida de varios
gobiernos.
“Por la unidad latinoamericana y caribeña”, rezaba la
consigna del XXIV Congreso, que uno sólo puede recibir con una sonrisa irónica,
habida cuenta del creciente aislamiento de los regímenes autoritarios y francas
dictaduras que componen esa corriente.
También acudió a la cita una delegación de la tiranía de
Bashar Al-Assad, responsable por la muerte de medio millón de personas.
Presencia que es un probable síntoma de la influencia que ejerce sobre el
bloque la República Islámica de Irán, de la cual el régimen sirio es un virtual
protectorado.
La cuadratura del círculo buscada por los congregados en
La Habana es la esquiva “contraofensiva a la derecha regional”, que puede
significar más represión en aquellos países donde aún gobiernan los populistas
autoritarios (Venezuela, Nicaragua, Bolivia) o desestabilización, en las
naciones donde fueron desalojados democráticamente del poder.
Un problema central para el Foro de Sao Paulo es el fin
del súper-ciclo económico de las materias primas, que alimentó su modelo de
Estado rentista durante su era de auge político. Aunque tardíamente hablen de
activar otros “motores” de la economía, lo cierto es que esto no se logra por
decreto, sino reconstruyendo las redes de cooperación voluntaria que componen
el mercado.
Esto no saben ni quieren hacerlo las oligarquías
burocráticas instaladas en el poder por el Foro, enriquecidas sin innovación ni
emprendimiento legítimo a través de los mecanismos extorsivos de la
discrecionalidad estatista.
En Argentina, se sabe que el costo de la obra pública ha
bajado un 40% tras la salida del kirchnerismo, lo que muestra las dimensiones
del latrocinio practicado mediante licitaciones fraudulentas o adjudicaciones
directas.
En Venezuela, una de las principales fuentes de
enriquecimiento para la “boliburguesía” chavista es el manejo del tipo de
cambio preferencial, teóricamente destinado a la importación de alimentos pero
desviado hacia otros fines, a costa del hambre de muchos.
En Brasil, los residuos de la millonaria cleptocracia
lulista hablan de “prisión política”, distorsionando su fallida jugarreta con
un juez dominguero.
Estos son sólo algunos de los “campeones de la justicia
social” reunidos en La Habana, bajo la sombra de la dictadura militar y
familiar más antigua del continente. Hablan de progresismo, pero se les olvidó
que todo progreso verdadero vendrá siempre de la mano de las libertades y no
contra ellas.