viernes, 20 de julio de 2018


El Foro de Sao Paulo en su laberinto



Emilio Martínez Cardona

Fundado en 1990, poco después de la caída del Muro de Berlín, por los partidos latinoamericanos que simpatizaban con el “socialismo real” que edificó esa construcción abominable, el Foro de Sao Paulo acaba de celebrar un alicaído congreso número 24, en el que cínicamente se ha proclamado “una diplomacia que esté por encima de los muros”.

Se realizó en La Habana, capital de ese proyecto continental, quizás a manera de repliegue simbólico que acompaña al otro, estratégico y político, sufrido por el bloque con la pérdida de varios gobiernos.

“Por la unidad latinoamericana y caribeña”, rezaba la consigna del XXIV Congreso, que uno sólo puede recibir con una sonrisa irónica, habida cuenta del creciente aislamiento de los regímenes autoritarios y francas dictaduras que componen esa corriente.     

También acudió a la cita una delegación de la tiranía de Bashar Al-Assad, responsable por la muerte de medio millón de personas. Presencia que es un probable síntoma de la influencia que ejerce sobre el bloque la República Islámica de Irán, de la cual el régimen sirio es un virtual protectorado.

La cuadratura del círculo buscada por los congregados en La Habana es la esquiva “contraofensiva a la derecha regional”, que puede significar más represión en aquellos países donde aún gobiernan los populistas autoritarios (Venezuela, Nicaragua, Bolivia) o desestabilización, en las naciones donde fueron desalojados democráticamente del poder.

Un problema central para el Foro de Sao Paulo es el fin del súper-ciclo económico de las materias primas, que alimentó su modelo de Estado rentista durante su era de auge político. Aunque tardíamente hablen de activar otros “motores” de la economía, lo cierto es que esto no se logra por decreto, sino reconstruyendo las redes de cooperación voluntaria que componen el mercado.

Esto no saben ni quieren hacerlo las oligarquías burocráticas instaladas en el poder por el Foro, enriquecidas sin innovación ni emprendimiento legítimo a través de los mecanismos extorsivos de la discrecionalidad estatista.

En Argentina, se sabe que el costo de la obra pública ha bajado un 40% tras la salida del kirchnerismo, lo que muestra las dimensiones del latrocinio practicado mediante licitaciones fraudulentas o adjudicaciones directas.

En Venezuela, una de las principales fuentes de enriquecimiento para la “boliburguesía” chavista es el manejo del tipo de cambio preferencial, teóricamente destinado a la importación de alimentos pero desviado hacia otros fines, a costa del hambre de muchos.

En Brasil, los residuos de la millonaria cleptocracia lulista hablan de “prisión política”, distorsionando su fallida jugarreta con un juez dominguero. 

Estos son sólo algunos de los “campeones de la justicia social” reunidos en La Habana, bajo la sombra de la dictadura militar y familiar más antigua del continente. Hablan de progresismo, pero se les olvidó que todo progreso verdadero vendrá siempre de la mano de las libertades y no contra ellas.