¿Un pos-chavismo dirigido por Cuba?
Emilio Martínez Cardona
El analista internacional Moisés Naím acaba de publicar
un ingenioso artículo de política-ficción en el País de Madrid, donde
transcribe los párrafos de un “memorando secreto” enviado por un operador
cubano desde Caracas al dictador Raúl Castro.
No por imaginaria la invención es menos real, funcionando
aquí a la perfección aquello de las “mentiras verdaderas” en la literatura
(extensibles al periodismo narrativo) de las que habla Mario Vargas Llosa.
El memorando detalla la propuesta de permitirle una
victoria condicionada al candidato presidencial Henri Falcón, ex integrante del
PSUV, devenido desde hace algunos años en representante del ala más dialoguista
–algunos dirían colaboracionista- de la oposición venezolana.
Esto, en vistas de la incapacidad de Nicolás Maduro para
hacer sostenible el coloniaje cubano en tierras de Bolívar, dado el proceso de
implosión en marcha. La alternativa, según el memo-tesis de Naím, sería remozar
la dominación del castrismo sobre Venezuela cambiando elencos, estilos y
formalidades, sin tocar lo esencial, que es el gigantesco subsidio petrolero a
la isla caribeña, además de ciertos nombramientos clave que garanticen la
docilidad ante la tutela.
El plan tendría el beneficio de facilitar el
levantamiento de las sanciones internacionales impuestas al régimen de Caracas,
reincorporando a Venezuela, así sea de manera nominal o aparente, al concierto
de las naciones democráticas.
¿Se habla realmente de esto en La Habana? El hecho de que
el analista comentado suela estar muy bien informado permite suponer que esto
podría ser bastante más que una simple especulación. En todo caso, como señala
el viejo adagio italiano, “si non è vero, è ben trovato”.
A la ecuación manejada por Moisés Naím habría que sumar
potencias extra-regionales como Irán, Rusia y China, que juegan sus propias
cartas e intereses en el asunto: la consolidación de una cabecera de puente en
América Latina para la expansión de las redes narco-terroristas de Hezbollah en
el caso de la República Islámica, así sea a costa de la manipulación de un Estado
fallido como en Siria; el mantenimiento de posiciones geopolíticas para que el
Kremlin siga disputando su ajedrez mundial antinorteamericano; y el despliegue
del expansionismo económico de China, probablemente la menos interesada de las
tres potencias citadas en seguir comprometiéndose en el caos madurista.
Un pos-chavismo dirigido por Cuba podría ser conveniente,
o al menos aceptable, para algunos de estos jugadores, sobre todo si el
camuflaje implica mantener ciertos alineamientos internacionales, así sea con
perfil bajo, o no investigar operativos como el que dotó de pasaportes
venezolanos a 15.000 milicianos chiítas para que se diseminen por el
continente.
Si Cuba logra darle nuevos bríos a su normalización
diplomática con esta maniobra, sería la cuadratura del círculo. Pero Pompeo y
Bolton pueden ser grandes obstáculos para la estratagema.