jueves, 12 de abril de 2018


La lista de Odebrecht

Emilio Martínez Cardona

Un amigo, Premio Nacional de Periodismo y una de las mentes más lúcidas de Bolivia, lanzó la hipótesis de que la empresa Odebrecht, una vez descubierta su maquinaria de sobornos y al quedar fuera de juego en el campo de las licitaciones de construcción, encontró un nuevo rubro casi tan rentable como el anterior: la venta de indulgencias.

Esta sería una explicación creíble para que algunos políticos latinoamericanos figuren en la lista negra de los comprados por Odebrecht, mientras que otros, estrechamente vinculados al cleptócrata Lula da Silva, no aparecen implicados con claridad en el escándalo de las comisiones multimillonarias.

Dicho de otra forma: según la tesis de mi amigo, la empresa en cuestión podría tener una suerte de tarifario que aseguraría al pagador la exclusión de menciones sobre sus negocios turbios en las investigaciones en curso o a realizarse (“Kuczynski no pagó”, sería una de las derivaciones posibles de la premisa).

Para desgracia de los tarifados que sí lograron excluirse de la lista de Odebrecht, esa compañía no es ni por asomo la única en el pool de firmas que hacían parte de la red de corrupción encabezada por Lula. En el caso de Bolivia, todo parece apuntar a la también constructora OAS, que logró del gobierno de Evo Morales grandes contratos directamente apalancados por el ahora prisionero de Curitiba.

Si el iceberg cuya punta divisó José María Bakovic termina de emerger, la OAS podría acabar siendo la nueva CAMC, el caso de mega-corrupción que vertebre buena parte del debate político nacional en el 2018 y 2019, engrosando el ya frondoso prontuario de ilícitos que han caracterizado al régimen evista.      

La insistencia oficialista en restringir las pesquisas de contratos al viejo Servicio Nacional de Caminos, sin tener en cuenta a la Administradora Boliviana de Carreteras, es casi una confesión de culpabilidad.

Mientras tanto, el caudillo cocalero se “solidariza” con los ex presidentes corruptos de Brasil y Argentina, evidenciando el creciente aislamiento internacional de su régimen, cada vez más solo a medida que van cayendo los distintos integrantes de ese verdadero club de ladrones que resultó ser el socialismo del siglo XXI.

Difícil, muy difícil que un gobierno paria pueda gestionar con éxito un eventual proceso de diálogo con Chile pos-La Haya, que inevitablemente se volvería multilateral por el candado peruano al norte de Arica y por los intereses comerciales y geopolíticos de la Alianza del Pacífico.

Una razón más para la alternancia partidaria en el Palacio Quemado. Esa que tanto teme la nomenklatura masista, precisamente por miedo a seguir el camino al banquillo del acusado que ha llevado al procesamiento judicial de Cristina Fernández de Kirchner y al magnate ex sindicalista fundador del PT.

Alternancia para reinsertar a Bolivia en el mundo democrático versus perpetuación aislacionista será uno de los ejes en la controversia electoral del próximo año. Otro será el que opondrá opacidad y transparencia en el manejo de los contratos estratégicos del Estado.