Hacia el Estado Paria
Emilio Martínez Cardona
Que seis países latinoamericanos hayan comunicado su
salida de Unasur, tras la asunción por Bolivia de la presidencia pro témpore
del bloque, no debería sorprender a nadie. Después de todo, la barbárica “diplomacia
del tuit” practicada por Evo Morales ha buscado la confrontación con todo
gobierno de la región que no formase parte del club de dictaduras y regímenes
híbridos encabezado por Cuba y Venezuela, por lo que este resultado tenía que
materializarse tarde o temprano.
Morales creyó que se podía “hacer diplomacia a
martillazos” -parafraseando a Friedrich Nietzsche-, abusando del tipo de
intimidaciones y descalificaciones que han sido su método recurrente desde que
comenzó a expandir el autoritarismo sindical del Chapare hacia toda Bolivia.
También es cierto que hay, más allá de los desaciertos en
comunicación del caudillo cocalero y de su canciller-shaolín, una crisis en
ciernes de toda la arquitectura diplomática del socialismo del siglo XXI, con
la cual el extinto coronel Hugo Chávez Frías trató de hacer realidad el viejo
proyecto castrista de “una OEA sin Estados Unidos”.
La OEA goza de mucha mejor salud que la tambaleante
Unasur, con lo que el anhelo de finiquitar el sistema interamericano tendrá que
ser archivado hasta nuevo aviso, para decepción de las potencias
extra-regionales como Rusia, China e Irán, que veían la posibilidad de medrar
con el “divide e impera”.
Mientras tanto, de la mano de Evo Morales, Bolivia parece
encaminada a convertirse en una suerte de Estado Paria, cuyos únicos vínculos sólidos
serían los tejidos con tiranías cada vez más lejanas.
Y no es sólo la descontrolada verborrea presidencial, de
tufillo ideológico obsoleto, lo que complica las cosas con los países del
entorno. Pesa mucho, junto con la indefendible defensa de la autocracia
madurista en diversos foros internacionales, la transformación de Bolivia en un
territorio permeable al accionar de los cárteles del narcotráfico, como ese
Primer Comando de la Capital (PCC) que, a juzgar por lo aseverado desde la
prensa brasileña, tiene ahora su centro de dirección en el “Psico-Trópico” de
Cochabamba.
Igualmente, restringe las probabilidades de entendimiento
con los vecinos la vocación prorroguista, que coloca al régimen evista fuera
del orbe de las naciones democráticas y constitucionales.
No mejora para nada las cosas el estricto alineamiento de
Morales con las prioridades de política internacional de Teherán, evidenciado
en las destempladas intervenciones tuiteras del caudillo tras la reacción de occidente contra la guerra química de Bashar Al Assad, sátrapa protegido por
los ayatolas.
En el rubro que sea, el “Jefazo” aparece manipulado por
fuerzas negativas en el concierto mundial, que tienen el único denominador
común de consentir su ambición de reproducción indefinida en el poder.
La ecuación decadente de perpetuación/aislamiento tendrá
que ser sustituida por otra renovadora, de alternancia/reinserción. Es eso, o
el Estado Paria.