“Victorias” electorales del 98%
Emilio Martínez Cardona
El régimen chavista realizó un nuevo simulacro electoral
el domingo pasado, en medio de una alta abstención opositora. El resultado
oficial según el sumiso CNE fue la victoria del partido de gobierno (PSUV) en
el 98% de las alcaldías, cifra tan irrisoria como desvergonzada, que trasluce
el desenmascaramiento del orden autocrático venezolano.
Los “triunfos” comiciales con números cercanos al 100%
son típicos de las dictaduras que celebran votaciones fraudulentas, ya sean
elecciones o plebiscitos ratificatorios.
Por ejemplo, en las elecciones parlamentarias cubanas del
2008, los hermanos Fidel y Raúl Castro recibieron 98,26% y 99,37%
respectivamente.
En 1947, el voto afirmativo a la Ley Orgánica del
franquismo obtuvo un 89,86% de los sufragios, mientras que el dictador
paraguayo Alfredo Stroessner “ganó” su última reelección con el 88,8% de la
votación.
En las elecciones legislativas de la URSS en 1937, el
apoyo al Partido Comunista para el Soviet de la Unión fue del 99,3% y del 99,4%
en el Soviet de las Nacionalidades. Eran los tiempos en que Josef Stalin solía
decir que “no importa quién vota, sino quién cuenta los votos”.
Por su parte, Adolf Hitler impuso la opción por la
anexión de Austria a la Alemania nacionalsocialista por un 99,70%, en un
plebiscito con papeletas donde la casilla del Sí tenía el doble del tamaño de
la contraria.
Y en las elecciones generales de Italia de 1934, la lista
fascista de Benito Mussolini alcanzó el 99,85% de los sufragios.
Los ejemplos serían interminables, incluyendo tanto a
dictaduras de izquierda como de derecha, que hicieron de sus farsas electorales
una burla sistemática de la democracia.
En Bolivia, si bien no se ha dado un resultado global a
estos extremos, sí ha sucedido que el evismo se ha impuesto por más del 90% en
zonas donde la coerción de los sindicatos cocaleros y sus aliados prohíbe el
control opositor y dicta las consignas inapelables del “voto comunitario”.
¿Será esa la “democracia de la unanimidad” de la que
habló recientemente Evo Morales, con la que sueña sustituir a la democracia
liberal “de mayorías y minorías”?
De todos los ejemplos históricos citados, sólo en uno
–España- el régimen terminó convocando a elecciones realmente libres tras la
muerte del dictador, quien de hecho había sentado las primeras bases para la
Transición con el nombramiento de Juan Carlos de Borbón como sucesor en la
Jefatura del Estado.
En los demás casos, la democratización se dio a través de
distintas vías de hecho: el derrocamiento por colaboradores cercanos
(Paraguay), la intervención extranjera (Alemania e Italia) o la implosión
política y social (la Unión Soviética). En Cuba, como sabemos, subsiste
trágicamente la tiranía más larga del continente.
¿Tendrá Venezuela su salida pactada “a la española”, como
parece intentar por última vez la discutida Mesa de la Unidad Democrática con
el diálogo en la República Dominicana, o la situación requerirá de otros
procedimientos? Juzgue el lector.
El Día