viernes, 15 de diciembre de 2017

“Victorias” electorales del 98%

Emilio Martínez Cardona

El régimen chavista realizó un nuevo simulacro electoral el domingo pasado, en medio de una alta abstención opositora. El resultado oficial según el sumiso CNE fue la victoria del partido de gobierno (PSUV) en el 98% de las alcaldías, cifra tan irrisoria como desvergonzada, que trasluce el desenmascaramiento del orden autocrático venezolano.

Los “triunfos” comiciales con números cercanos al 100% son típicos de las dictaduras que celebran votaciones fraudulentas, ya sean elecciones o plebiscitos ratificatorios. 

Por ejemplo, en las elecciones parlamentarias cubanas del 2008, los hermanos Fidel y Raúl Castro recibieron 98,26% y 99,37% respectivamente.

En 1947, el voto afirmativo a la Ley Orgánica del franquismo obtuvo un 89,86% de los sufragios, mientras que el dictador paraguayo Alfredo Stroessner “ganó” su última reelección con el 88,8% de la votación.

En las elecciones legislativas de la URSS en 1937, el apoyo al Partido Comunista para el Soviet de la Unión fue del 99,3% y del 99,4% en el Soviet de las Nacionalidades. Eran los tiempos en que Josef Stalin solía decir que “no importa quién vota, sino quién cuenta los votos”.

Por su parte, Adolf Hitler impuso la opción por la anexión de Austria a la Alemania nacionalsocialista por un 99,70%, en un plebiscito con papeletas donde la casilla del Sí tenía el doble del tamaño de la contraria.

Y en las elecciones generales de Italia de 1934, la lista fascista de Benito Mussolini alcanzó el 99,85% de los sufragios.   

Los ejemplos serían interminables, incluyendo tanto a dictaduras de izquierda como de derecha, que hicieron de sus farsas electorales una burla sistemática de la democracia.

En Bolivia, si bien no se ha dado un resultado global a estos extremos, sí ha sucedido que el evismo se ha impuesto por más del 90% en zonas donde la coerción de los sindicatos cocaleros y sus aliados prohíbe el control opositor y dicta las consignas inapelables del “voto comunitario”.

¿Será esa la “democracia de la unanimidad” de la que habló recientemente Evo Morales, con la que sueña sustituir a la democracia liberal “de mayorías y minorías”?

De todos los ejemplos históricos citados, sólo en uno –España- el régimen terminó convocando a elecciones realmente libres tras la muerte del dictador, quien de hecho había sentado las primeras bases para la Transición con el nombramiento de Juan Carlos de Borbón como sucesor en la Jefatura del Estado.

En los demás casos, la democratización se dio a través de distintas vías de hecho: el derrocamiento por colaboradores cercanos (Paraguay), la intervención extranjera (Alemania e Italia) o la implosión política y social (la Unión Soviética). En Cuba, como sabemos, subsiste trágicamente la tiranía más larga del continente.

¿Tendrá Venezuela su salida pactada “a la española”, como parece intentar por última vez la discutida Mesa de la Unidad Democrática con el diálogo en la República Dominicana, o la situación requerirá de otros procedimientos? Juzgue el lector.

El Día