3D: Desafíos para una nueva mayoría
Emilio Martínez Cardona
Han pasado varios días desde que una nueva mayoría
ciudadana emergente rechazara en las urnas las ternas unipartidistas, diseñadas
por el Movimiento Al Socialismo para las elecciones judiciales.
Bajo el doble impulso de la náusea por la corrupción en
la justicia y de la rabia legítima por el desconocimiento a la voluntad popular
expresada el 21F, operado este último por medio de un tribunal probablemente
venal, el mapa electoral muestra con claridad que el voto consigna del
oficialismo para validar a los postulantes fue rechazado en todo el país, con
los matices que detallaremos.
El voto protesta fue gigantesco en las capitales
departamentales, destacando el 79,20% de sufragios nulos en Santa Cruz de la
Sierra, el 75,55% en la ciudad de Cochabamba y el 72,41% en la ciudad de
Potosí.
Los votos nulos superan la mayoría absoluta en 6 de los 9
departamentos de Bolivia, mientras que los válidos promedian el 30% en casi
todos.
Si analizamos las elecciones judiciales anteriores, del
año 2011, y comparamos sus resultados con los comicios generales del 2014,
podríamos tener una proyección sobre algunos escenarios posibles en la votación
del 2019 que se avecina.
En aquella ocasión, los votos nulos y blancos rondaron el
60%, alcanzando los primeros el 41%. Este último porcentaje fue consistente con
el apoyo recibido por la oposición en las elecciones nacionales del 2014, si
sumamos las diversas candidaturas.
Esto nos indica que el voto nulo y el blanco tienen
distinta naturaleza, marcadamente opositora la anulación y de divergencia
circunstancial o puntual la otra opción.
Si esto se repite en el 2019, las fuerzas que buscan la
alternancia democrática podrían sumar una mayoría absoluta, en tanto que el
evismo tendría un techo de aproximadamente un 45%, suponiendo que el
oficialismo pudiera reabsorber lo perdido en los votos en blanco.
Hay que tener en cuenta que el Movimiento Al Socialismo
ha decrecido en todos los comicios donde no participa su principal caudillo,
como las elecciones subnacionales e incluso en la franja de diputados
uninominales. Y que en caso de perpetrarse la inconstitucional postulación de
Evo Morales, éste añadiría al menos 10 puntos al porcentaje logrado por el
masismo en las judiciales.
El panorama parecería alentador para la oposición,
indicando casi con seguridad que el Senado sería controlado por las opciones
republicanas y que, en caso de alcanzarse un acuerdo amplio de unidad, existe
la probabilidad de ir a una segunda vuelta eventualmente ganable contra el
“Jefazo”.
Donde deben encenderse las alarmas es en las previsibles
trampas que impulsará un régimen discípulo del chavismo, lo que podría incluir
desde la convocatoria a un Congreso Constituyente ilegal hasta una
intensificación en las maniobras de fraude.
La lucha por una auditoría del padrón electoral con
veeduría internacional y por un pronto pronunciamiento de la CIDH sobre los
alcances de la Convención Americana de Derechos Humanos parecen dos objetivos
en los cuales deberían concentrar esfuerzos los partidos políticos, las
plataformas ciudadanas y otras fuerzas de la sociedad civil.
El Día