sábado, 18 de julio de 2009

EL PLAN CERO



Por: Emilio Martínez Cardona*

"No nos queda a nosotros sino arreciar la ofensiva del ALBA". Con estas palabras, el dictador venezolano Hugo Chávez Frías anunció durante las fiestas del Bicentenario paceño, en Bolivia, la campaña de beligerancia que lanzará en las próximas semanas y meses.
La preocupación de Chávez nace a raíz de la destitución de su pupilo, José Manuel Zelaya, de la presidencia de Honduras, medida con la cual la institucionalidad republicana de ese país centroamericano liquidó el golpe de Estado gradual que el ex mandatario estaba dando, a través de la aplicación del recetario chavista de persecución a la prensa, reforma constitucional ilegal para la perpetuación en el poder y tolerancia al narcotráfico.
Chávez y sus discípulos saben que el ejemplo de Honduras puede generar un efecto dominó en todo el continente, impulsando a las fuerzas democráticas a liberarse de los regímenes populistas-autoritarios.
Y saben que deben actuar rápidamente en Honduras, para lo que apelarán a la violencia, tras haber fracasado en su intento de utilizar a los organismos internacionales para forzar el retorno del destituido Zelaya.
La amenaza es clara: Chávez advierte con intervenir militarmente y Zelaya habla de instalar una sede de gobierno paralela. Esto se llama guerra civil. Es el mensaje del ALBA a los pueblos que osen liberarse de su yugo.
Para la aplicación de este plan desempolvan a un viejo y curioso personaje nicaragüense, Edén Pastora (foto), más conocido como el "comandante cero". Un sinuoso y errático ex comandante de la guerrilla sandinista que luego se volvió contra sus camaradas de armas en tiempos de la "contra", para después acusar a la misma "contra" de recibir fondos de la CIA.
Edén Pastora quedó relegado durante los años posteriores, tras la salida del sandinismo del poder, y reapareció en los últimos días para ofrecerse al chavismo como sicario, para instalar una guerrilla pro Zelaya en Honduras.
La probable estrategia de Hugo Chávez para los próximos meses, que será "ofensiva" como él mismo lo advirtió, implicará activar movimientos insurreccionales indígenas en Perú, Colombia y México, países gobernados por partidos de centro o centro-derecha no alineados con el Foro de Sao Paulo.
Las cartas están echadas. Son los últimos pataleos de un proyecto totalitario que comienza a hacer agua y que tarde o temprano será una página pasada de la historia latinoamericana. Pero que no se irá sin antes dejar una nueva marca de sangre en nuestras patrias.

* Escritor y periodista