¿Qué tienen que ver el proyecto chavista de la Gran Patria Bolivariana, el convenio de defensa entre Bolivia y Venezuela, el montaje del “intento de magnicidio” en El Trompillo, el flash memory de Nava Zurita y la caída del helicóptero Superpuma?
Bastante.
El proyecto de la Gran Patria Bolivariana ha sido adelantado por Hugo Chávez en varias ocasiones. Se trata –en su delirio de emular a Simón Bolívar- de fundir en un solo Estado, en una “Patria Grande Socialista”, los territorios de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay y más adelante, Perú y Colombia.
El convenio de defensa entre Bolivia y Venezuela fue la primera medida de gobierno de Evo Morales, quien firmó el documento con Hugo Chávez al otro día de la toma de mando. La cláusula más polémica del acuerdo militar establece que las Fuerzas Armadas de Venezuela pueden ingresar en Bolivia para “hacer gestión de crisis”. Recordemos que la soberanía está en la punta de las bayonetas y que Chávez habló muchas veces de “defender la revolución” en Bolivia si Evo era atacado por la oligarquía.
El show gubernamental de un supuesto intento de “magnicidio” contra Evo Morales por parte de dos jóvenes cruceños, que fueron detenidos con un rifle de cacería en una zona alejada de donde se encontraba el presidente, acabó en nada, desde que la Fiscalía desechó el caso por falta de pruebas. Quedó clara, sin embargo, la intención de algunos ministros (particularmente ligados al gobierno venezolano) de instalar en la opinión pública la idea de que el primer Mandatario era víctima de una conjura mortal, tejida por la oposición regional desde el oriente.
El flash memory incautado al integrante de la guardia presidencial, Georges Nava Zurita, muestra un inquietante cronograma de acciones para el año 2008, incluyendo una escalada de atentados terroristas como el perpetrado en Yacuiba, hasta los términos “magnicidio” en septiembre y “guerra civil” en diciembre. No olvidemos que Nava Zurita fue entrenado por el gobierno de Venezuela y que acababa de regresar de ese país, dos días antes del atentado.
Tenemos como pieza final del rompecabezas al helicóptero Superpuma, gentilmente cedido por Chávez a Morales para facilitar el traslado presidencial. En realidad, la aeronave sólo era uno de los muchos elementos con los que el gobernante venezolano controla el entorno físico inmediato del presidente boliviano.
La secuencia lógica entre magnicidio, ingreso de tropas venezolanas para “proteger la revolución” y anexión política salta a la vista.
¿Quién es más útil: un títere o un mártir? Un títere puede rebelarse o ejecutar las órdenes con torpeza. En cambio, un mártir no presenta esos desagradables inconvenientes y puede ser explotado como ícono de propaganda. Hasta se puede gobernar en su nombre, en honor a la memoria del nuevo Túpac Katari, en sus antiguos territorios.
¿No sucedió algo parecido con el Che Guevara, traicionado por Fidel Castro y luego utilizado como símbolo de su régimen?
En El Príncipe, lectura frecuente del mandatario de Caracas, Nicolás Maquiavelo recomienda al gobernante que desee anexarse un nuevo territorio que, antes de proceder por la fuerza, se gane allí el favor de una buena parte de los gobernados, lo que hoy llamaríamos una campaña de popularidad (¿petrocheques?): “Por más fuerte que un Príncipe fuera con sus ejércitos, tuvo siempre necesidad del favor de una parte, a lo menos, de los habitantes de la provincia, para entrar en ella”.
Para completar la operación, Maquiavelo aconseja la desaparición del gobernante actual del territorio a anexar, así como de sus descendientes en el caso de una monarquía hereditaria: “En cuanto a quien hace semejantes adquisiciones si desea conservarlas, le son necesarias dos cosas: una, que se extinga el linaje del Príncipe que poseía estos Estados (…) Con ello, en brevísimo tiempo, estos nuevos Estados pasarán a formar un solo cuerpo con el antiguo suyo”.
Hugo Chávez es conocido por la propensión a traicionar a sus aliados. Así sucedió con Luis Miquilena, su mentor ideológico, quien lo visitó a diario durante su estadía en prisión y años después acabó cayendo en desgracia, por criticar los desmanes antidemocráticos de su antiguo discípulo.
Al mismo tiempo, los crecientes problemas internos en Venezuela pueden impulsar a Chávez a una dinámica expansiva basada en la generación de conflictos en el exterior. Un caso parecido al de la invasión de Las Malvinas por la dictadura argentina o la guerra fronteriza entre Perú y Ecuador, que le dio la reelección a Fujimori.
La puñalada por la espalda parece ser el riesgo principal para Evo Morales. Algo que, por supuesto, no podría hacerse sin operadores cercanos. Quizás el futuro interventor imperial ya esté en el Palacio Quemado, aunque todavía no se siente en el sillón presidencial.
Bastante.
El proyecto de la Gran Patria Bolivariana ha sido adelantado por Hugo Chávez en varias ocasiones. Se trata –en su delirio de emular a Simón Bolívar- de fundir en un solo Estado, en una “Patria Grande Socialista”, los territorios de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay y más adelante, Perú y Colombia.
El convenio de defensa entre Bolivia y Venezuela fue la primera medida de gobierno de Evo Morales, quien firmó el documento con Hugo Chávez al otro día de la toma de mando. La cláusula más polémica del acuerdo militar establece que las Fuerzas Armadas de Venezuela pueden ingresar en Bolivia para “hacer gestión de crisis”. Recordemos que la soberanía está en la punta de las bayonetas y que Chávez habló muchas veces de “defender la revolución” en Bolivia si Evo era atacado por la oligarquía.
El show gubernamental de un supuesto intento de “magnicidio” contra Evo Morales por parte de dos jóvenes cruceños, que fueron detenidos con un rifle de cacería en una zona alejada de donde se encontraba el presidente, acabó en nada, desde que la Fiscalía desechó el caso por falta de pruebas. Quedó clara, sin embargo, la intención de algunos ministros (particularmente ligados al gobierno venezolano) de instalar en la opinión pública la idea de que el primer Mandatario era víctima de una conjura mortal, tejida por la oposición regional desde el oriente.
El flash memory incautado al integrante de la guardia presidencial, Georges Nava Zurita, muestra un inquietante cronograma de acciones para el año 2008, incluyendo una escalada de atentados terroristas como el perpetrado en Yacuiba, hasta los términos “magnicidio” en septiembre y “guerra civil” en diciembre. No olvidemos que Nava Zurita fue entrenado por el gobierno de Venezuela y que acababa de regresar de ese país, dos días antes del atentado.
Tenemos como pieza final del rompecabezas al helicóptero Superpuma, gentilmente cedido por Chávez a Morales para facilitar el traslado presidencial. En realidad, la aeronave sólo era uno de los muchos elementos con los que el gobernante venezolano controla el entorno físico inmediato del presidente boliviano.
La secuencia lógica entre magnicidio, ingreso de tropas venezolanas para “proteger la revolución” y anexión política salta a la vista.
¿Quién es más útil: un títere o un mártir? Un títere puede rebelarse o ejecutar las órdenes con torpeza. En cambio, un mártir no presenta esos desagradables inconvenientes y puede ser explotado como ícono de propaganda. Hasta se puede gobernar en su nombre, en honor a la memoria del nuevo Túpac Katari, en sus antiguos territorios.
¿No sucedió algo parecido con el Che Guevara, traicionado por Fidel Castro y luego utilizado como símbolo de su régimen?
En El Príncipe, lectura frecuente del mandatario de Caracas, Nicolás Maquiavelo recomienda al gobernante que desee anexarse un nuevo territorio que, antes de proceder por la fuerza, se gane allí el favor de una buena parte de los gobernados, lo que hoy llamaríamos una campaña de popularidad (¿petrocheques?): “Por más fuerte que un Príncipe fuera con sus ejércitos, tuvo siempre necesidad del favor de una parte, a lo menos, de los habitantes de la provincia, para entrar en ella”.
Para completar la operación, Maquiavelo aconseja la desaparición del gobernante actual del territorio a anexar, así como de sus descendientes en el caso de una monarquía hereditaria: “En cuanto a quien hace semejantes adquisiciones si desea conservarlas, le son necesarias dos cosas: una, que se extinga el linaje del Príncipe que poseía estos Estados (…) Con ello, en brevísimo tiempo, estos nuevos Estados pasarán a formar un solo cuerpo con el antiguo suyo”.
Hugo Chávez es conocido por la propensión a traicionar a sus aliados. Así sucedió con Luis Miquilena, su mentor ideológico, quien lo visitó a diario durante su estadía en prisión y años después acabó cayendo en desgracia, por criticar los desmanes antidemocráticos de su antiguo discípulo.
Al mismo tiempo, los crecientes problemas internos en Venezuela pueden impulsar a Chávez a una dinámica expansiva basada en la generación de conflictos en el exterior. Un caso parecido al de la invasión de Las Malvinas por la dictadura argentina o la guerra fronteriza entre Perú y Ecuador, que le dio la reelección a Fujimori.
La puñalada por la espalda parece ser el riesgo principal para Evo Morales. Algo que, por supuesto, no podría hacerse sin operadores cercanos. Quizás el futuro interventor imperial ya esté en el Palacio Quemado, aunque todavía no se siente en el sillón presidencial.